Tribuna
Apunte de coyuntura
Si logro que aumente el nivel de indignación por el deterioro de nuestras instituciones, del Estado de Derecho, en definitiva, del sistema constitucional, doy por bien empleado aquello de que contra pereza, diligencia
Sinceramente, escribir esta tribuna me da pereza. Eso siento al comentar el actual panorama de muestra Justicia, un sentimiento de pereza con trazas de melancolía. Ya me ha ocurrido más veces, pero me vencí y escribí otras tribunas a modo de «apunte de situación». Y es que hay que sobreponerse para no caer en el silencio, la indiferencia o que esa pereza arrumbe todo lo que rodea y significa el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial y sus consecuencias, panorama al que se adhieren otros desastres no pequeños. Me fijo en la publicidad: hay que machacar con un mensaje sobre las bondades de un producto para que cale en el consumidor hasta hacerlo propio, hasta que lo metaboliza. Pues lo mismo con la Justicia: hay que insistir e insistir en que el panorama actual no es soportable.
No entraré en por qué no se renueva ya el Consejo, qué lo impide, pero pinta que mientras no concluya este año electoral todo seguirá parado, una clamorosa evidencia de que estamos pacíficamente instalados en la inconstitucionalidad. Recuérdese el Tribunal Constitucional sentenció que el sistema parlamentario de renovación del Consejo sería inconstitucional si degenera en un reparto del Consejo según las mayorías parlamentarias y ese reparto es lo que lleva al bloqueo actual.
Pero hay que sobrevivir a este invierno constitucional y hacernos a la idea de que sus nieves se mantendrán quizás un año más. Entre tanto el daño va en aumento porque celebradas las próximas elecciones generales habrá que ver qué Parlamento sale de las urnas, habrá que ver si el partido que ahora quiere renovar el Consejo pasa a ser bloqueador, añádanse los tiempos que se tarda en constituir las nuevas Cortes y que se ponga en marcha un proceso de renovación del Consejo lleno de incógnitas: algunos de los candidatos propuestos hace cuatro años se han caído del cartel, a lo que se añade que en estos años muchos de los electores se han jubilado y se han incorporado a la Judicatura bastantes nuevos jueces que no votaron en su día precandidatos.
Mientras, en un mes hemos visto cómo en el Tribunal Supremo se han producido dos bajas más. Si no me fallan los cálculos tiene vacantes un tercio de sus plazas a las que pueden añadirse al menos otras tres vacantes más, sin contar bajas por enfermedad, como ya ha ocurrido en estos meses. ¿Cabe esperar que se declare inconstitucional la prohibición de que el Consejo haga nombramientos estando en funciones?, pues podría, pero no albergo esperanzas tras renovarse el Tribunal Constitucional a plena satisfacción gubernamental: no concibo que le salga respondón.
Pero el daño se acentúa si contemplamos el yermo en que va convirtiéndose el Tribunal Supremo a golpe de vacantes y que se encontrará el nuevo Consejo. Renovar un tercio de sus plazas no es moco de pavo; probablemente sólo en dos ocasiones ha habido tal cúmulo de vacantes, una durante la Guerra Civil y otra tras la depuración que a base de jubilaciones masivas siguió a la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985.
Las consecuencias no serán despreciables. Por una parte pienso que, quizás, una generación de jueces, por razón de edad, ya ha perdido el tren de su legítima aspiración de llegar al Tribunal Supremo y, por otra parte, una abultada renovación implicará un acelerado recambio y no lo digo en términos biológicos sino jurisprudenciales. El alcance de esto último lo veremos en los años siguientes a la renovación, dependiendo de cómo se ordene y salde la empresa de cubrir esa masa de vacantes, porque la jurisprudencia evoluciona y lo hace de ordinario poco a poco, haciendo honor a su componente prudencial, no a golpe de llegada de nuevos magistrados.
Y mientras la situación se va pudriendo. Vemos cómo funcionarios y jueces plantean una huelga como reacción a la alucinante huelga de Letrados de la Administración de Justicia, una huelga, la de estos, cerrada como se ha podido con tal de no adentrarnos en tiempos electorales con conflictos abiertos. Y entre tanto Bruselas recibe un informe sobre los ataques a la independencia judicial en España; y, en fin –más «entre tanto»– es desolador que nada de todo esto parezca importarles a los partidos, bueno, a los que insultan y atacan a los jueces claro que les importa la Justicia, pero no me refiero a ellos, sino a los tildados de «principales partidos». Gracias a nuestros políticos el Consejo está gravemente herido, no digo que de muerte, y recuperarse de esas heridas será una empresa difícil.
Este es el apunte o informe de situación, de coyuntura. Si logro que aumente el nivel de indignación por el deterioro de nuestras instituciones, del Estado de Derecho, en definitiva, del sistema constitucional, doy por bien empleado aquello de que contra pereza, diligencia.
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