Sin Perdón

Armengol, la marioneta de Sánchez y Ábalos

«La red clientelar protege a los suyos y ahora toca mantener a la polémica pancatalanista Armengol al frente del Congreso»

Hasta ahora sabíamos que la pancatalanista Francina Armengol era la marioneta de Sánchez para controlar el Poder Legislativo, pero desconocíamos que lo había sido también de Ábalos y su escudero Koldo cuando era presidenta de Baleares. Es verdad que era todo más confuso en aquellos tiempos, porque Ábalos era la mano derecha del líder socialista en el Gobierno y el partido. No necesitaba ser vicepresidente y vicesecretario general. Todo el mundo sabía que era el brazo ejecutor del sanchismo y quien le había conducido a la victoria. A su vez, el zafio Koldo era su persona de confianza y el chico para los recados. No era una estructura exquisita, sino más bien parecía todo salido, como hemos comprobado, de una película de la serie Torrente del genial Santiago Segura. La realidad supera a la ficción. Es increíble que Koldo fuera asesor de un ministro y consejero de varias empresas importantes. Por cierto, caía muy bien a Sánchez, Santos Cerdán y Armengol. El primero lo ponía como ejemplo, aunque hemos visto que es otro de los aciertos del presidente del Gobierno que no podría ser jefe de personal de una empresa. Koldo no debió abandonar su vocación como portero cutre de discoteca.

El sanchismo se caracteriza por desconocer algunas palabras como ética, moral, dignidad, coherencia, verdad y dimisión. Por tanto, la red clientelar protege a los suyos y ahora toca mantener a la polémica pancatalanista al frente del Congreso. Un líder fuerte y populista no puede mostrar la debilidad de reconocer que las cloacas socialistas siguen siendo las de siempre. Las de toda la vida. Les gustan los cargos y el dinero más que nadie. Otra opción es que Armengol pase al grupo mixto junto a otros destacados amigos de Koldo y se sentirá cómoda con su buen amigo Ábalos. Tras esta ironía, supongo que seguirá como tercera autoridad del Estado, porque no cabe esperar ningún gesto de dignidad política. El manual de resistencia es, en realidad, un prontuario de las reglas para ser un buen sanchista. La incompetente Armengol se lo sabe de memoria. Hay que mantenerse en el cargo contra viento y marea, porque no la veo buscando trabajo como adjunta en una farmacia.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).