Quisicosas

Arrugas Interiores

«Arrugas Interiores» te quita las ganas de ser viejo y te inocula un ansia desaforada de carpe diem

Ha escrito Jesús Mari Amilibia su obra más divertida, «Arrugas Interiores», en la prestigiosa «Almuzara». Es una ficción autobiográfica o, como él dice, una «auto ficción». De por sí, la vida de Jesús Mari está enteramente publicada, porque ha desvelado en libros cada una de las etapas de su azacaneada existencia, desde el tiempo pasado entre rejas, a las hilarantes experiencias sexuales escritas con Yale, pasando por el texto que refleja la agonía y muerte de Ketty o ahora, su propia vejez.

Como no es el Padre Feijoo, que enseña cómo hacerse menos gravoso a los demás en la senectud; ni el Libro de la Sabiduría, que ilustra el valor de la ancianidad, Jesús Mari está tremendamente cabreado con los progresivos límites mentales y físicos. Algunos los ilustra con procacidad y frente a otros sugiere curiosos paliativos, como prenderse una pinza de la ropa de la solapa, para recordar que uno ha puesto huevos a hervir y no dejarlos quemar. En realidad, es un quejica con talento. Una quisiera envejecer como Amilibia, que a los 82 años camina vigorosamente una hora diaria, luce vaqueros de última generación y escribe divinamente todos los días, pero él es el campeón del lamento. Voluntariamente se ha quitado del juego, la bebida y el tabaco, y no contento con haber relanzado su salud veinte años más, encima protesta. Es un empecinado de la eutanasia que cuida su bienestar con minuciosidad.

«Arrugas Interiores» lleva anexa una fina crítica social, muy al estilo del humor de «La Codorniz»: «Se invierte -pagina 87- cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y en silicona para las mujeres que en la cura del Alzheimer. Así que vamos con pasos de gigante a un mundo de viejas con tetas grandes y viejos con pene duro. El drama estará en que ni las viejas ni los viejos recordarán para qué sirven». Les garantizo las carcajadas. Bucea mucho en estadísticas desmesuradas sobre nuestro lamentable estado social.

Como esta ficción se basa en el recorrido personal y profesional del periodista, incluye interesantes anécdotas de viejos ilustres como Plácido Domingo o Alain Delon, a los que Jesús Mari Amilibia entrevistó. Para la estructura, ha elegido un sistema que me recuerda a «La Rayuela» de Julio Cortázar y que alterna cortos capítulos de la historia con diálogos descacharrantes, breves reflexiones y listas bien humoradas de pensamientos.

«Arrugas Interiores» te quita las ganas de ser viejo y te inocula un ansia desaforada de carpe diem, como si el instante no pudiese abarcar cuanto debiera, pero también revela trucos de supervivencia y te ilustra, a menudo con ternura, sobre la necesidad de «sonreír ante lo inevitable». Es, por paradójico que resulte, un fresco libro de verano.