Cuartel emocional
El bajón
Según un estudio llamado muy adecuadamente El Dedómetro, un 60% de colocados en entes públicos son personas sin mérito ni capacidad
Andamos todos de bajón pero Amparo Rubiales más, ha tenido que dimitir como presidenta de los socialistas sevillís por decir que Bendodo es un judío nazi cuando el código del PSOE prohíbe el insulto contra la diversidad religiosa. Pero no es que lo prohíba su partido, es que ese insulto es cuando menos repugnante y los del PP ya le han puesto una querella por un delito de odio. También llamó tonta e inferior a la Ayuso… debe ser que está mayor y desvaría. No sabemos retirarnos a tiempo y ese error lleva a estas consecuencias.
Otro que debe andar de bajón es García Ortiz, el fiscalito general del Estado, persona tan sectaria como atrabiliaria, que ha colocado a Dolores Delgado, pese a la posición contraria de la mayoría del Consejo Fiscal, frente de ese engendro que, por fortuna, derogará Feijóo, o sea lo que han dado en llamar “memoria democrática”. Existe ahí una mancha de interés personal y de estómago agradecido hacia quien fue su jefa y le promovió a primera categoría. Una melé a la que resulta imposible meter el cuchillo. De esta forma nos encontramos con que, según un estudio llamado muy adecuadamente El Dedómetro, un 60% de colocados en entes públicos son personas sin mérito ni capacidad. Con estos mimbres, ¿quién puede elaborar el cesto de la regeneración institucional? Difícil me parece, pero sigamos con los del bajón del que nadie se libra, y así se le nota a Sánchez reclamando seis debates con su opositor, cargándose de un plumazo el bipartidismo. Muchos, encantados con que esto suceda pero Yolanda Díaz está furiosa, aunque si tenemos que aguantar durante seis semanas el mal aliento que despide el presidente a través de la pantalla, nuestra cabeza puede quedar un poco afectada, si bien es difícil que haya quien soporte y siga tantos cara a cara, si bien el portavoz de los populares ha aclarado ya que no se van a celebrar. Quien no parece estar de bajón es Feijóo; algunos comentaristas dicen que se le ha quitado la cara de manzana triste en el fondo de un frigorífico al lado de un táper con la sobras de ayer, y que parece tener batería nueva. Hasta diría que va ligeramente bronceado para tener aspecto saludable y la impresión que da es buena. Gusta mucho la idea de que elimine el ministerio de igualdad, más bien del sectarismo feminista, y recordar que grandes mujeres como la Dama de Hierro británica, Margaret Thatcher, pionera en tantísimas cosas, nunca exhibió una pancarta, ni se quitó el sostén, ni recomendaba la masturbación. También se eliminará eso que han dado en llamar “queer”, algo que rechaza a la naturaleza puesto que niega la clasificación hombre/mujer, incluyendo más sexos.
No tienen desperdicio las declaraciones de Paco Vázquez, un buen socialista, que no se fía de las sacas de correos con papeletas electorales, dice que Dios sabrá donde pararán, más aun teniendo en cuenta que el director nacional de la empresa pública es íntimo colaborador de Sánchez, otro okupa más de uno de los órganos de control y garantía democrática, como también lo son el INE, el CIS o el CNI. Y cuando Paco habla de un posible pucherazo es porque hay fundamento para ello.
CODA. A una madre que ha enterrado a su hijo se le perdonan muchas cosas. A Ana Obregón, cuesta trabajo. Dice que las críticas le hacen cosquillas, pero al presentar esta semana su libro habla de la fundación de Aless, que aporta dinero para la investigación del cáncer. Me parece bien; me parece mal lo de la misteriosa llamada de su hijo fallecido al móvil cuando entregaba el manuscrito a la editora. Con los muertos, no se juega. Tampoco se gestan huérfanos con sus restos biológicos
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