Con su permiso
Desde la burbuja
Aquí, quien ha metido a ETA en campaña han sido sus herederos políticos y el papelón más ridículo ha sido el del PSOE
Se pregunta Mari Carmen si los estrategas de los partidos políticos viven en el mundo en que tienen que pescar o diseñan y analizan desde burbujas de aislamiento como las de los pacientes inmunodeprimidos.
Desde esa Moncloa que trabaja para la reelección del presidente en diciembre y ha convertido lo del 28 de mayo en una primera vuelta plebiscitaria, hasta los politólogos de Podemos que dicen que les parece bien y muy democrático que Bildu meta etarras en sus listas y que también les parece bien y muy democrático que luego los quiten, pasando por quienes vuelven a convertir en objeto de su pim pam pum a Ayuso sin darse cuenta de que a la presidenta de Madrid le pasa como a Trump, que haga lo que haga contenta a sus votantes y se mete más a la saca.
Lo de la camiseta con la imagen de su hermano que lució –es un decir– la ministra Belarra es de traca. Hasta sus partidarios lamentaban en redes sociales la forma en que esta ministra que no consigue jamás ofrecer la sensación de que pisa tierra firme, desvió la atención de campaña hacia la presidenta de Madrid.
A Mari Carmen le parece evidente que esto no es sino un síntoma más del cierto desconcierto de la izquierda española, o lo que queda de una izquierda que fue proactiva y democrática y ahora se esconde agazapada en algunos sótanos del PSOE o en formaciones que brotaron del descontento en Podemos. Una izquierda que a falta de alternativas lanza soflamas tuiteras y centra la atención en los demonios ajenos en vez de arreglar los propios y salir al ruedo a ilusionar.
Tardaron en darse cuenta de que la infamia de ubicar asesinos retirados en sus listas haría más mal que bien a Bildu pero, sobre todo, a Pedro Sánchez y cuando han querido rectificar tiene el adversario toda la mochila llena de munición contra ellos. Entiéndase, naturalmente, en sentido metafórico.
Aquí, quien ha metido a ETA en campaña han sido sus herederos políticos y el papelón más ridículo ha sido el del PSOE, que pasó de decir que no le gustaba, sin más, y que todo esto lo había agitado la derecha porque no tenía argumentos, a felicitar a las víctimas del terrorismo por haber agitado el asunto. ¿Lo hizo la derecha y estaba mal o lo hizo Covite y estaba bien?
Mari Carmen está convencida de que esta izquierda presente y contemporánea está tan perdida que ni sabe lo que es ni lo que piensa, si es que piensa algo. Que se lo pregunten si no a los presidentes socialistas autonómicos que, como el aragonés, arriesga esa presidencia y tiene que desmarcarse de Sánchez aunque se lo coloquen en campaña.
No saben por dónde tirar para no tropezar y caer. O que los tiren a ellos. Pero claro, la impericia, observa Mari Carmen, no parece estar solo ahí.
En la línea de las estrategias insólitas o confusas de los partidos para las elecciones, al hilo de ese regalo que le hacen a la parte del PP que lidera Ayuso –localizada geográficamente en Madrid pero mucho más amplia si uno mira las preferencias de corazón de la militancia– está lo de la forma en que figura Núñez Feijóo o le desfiguran desde su propia casa.
Exigir al Gobierno que se aclare sobre Bildu y afearle que trate mejor a Aizpurúa que a Gamarra –lo cual es evidente– es una estrategia que probablemente resulte eficaz. Responde, además, a cuestiones de la realidad palpable y que requieren compromisos: di si vas a seguir apoyándote en gente que incluye a terroristas en sus listas y por qué a diputados de esa formación les dispensas mejor trato que a quienes debaten desde posiciones democráticas.
Pero levantar la bandera de ETA contra la misma realidad de su desaparición como grupo terrorista y hacerlo aun en contra de la opinión de las propias víctimas, puede ser perjudicial para el aspirante al cambio Núñez Feijóo. Y esto último, observa Mari Carmen, es lo que está haciendo Ayuso.
La presidenta de Madrid, con visos de alcanzar una mayoría absoluta el día 28, reforzada por el apoyo de una izquierda que la eleva de categoría al convertirla en adversaria nacional, está jugando su propio partido más allá de las fronteras de su ubicación geográfica y política, sembrando en esas preferencias de la militancia mientras se libera poco a poco, con su discurso duro, propio y singular, del lastre de Vox. Mari Carmen está convencida de que esa pelea personal, legítima y de larga zancada de Ayuso, no beneficia precisamente a Núñez Feijóo, cuyos estrategas no parece estar encontrando el punto de apoyo que lo catapulte hacia La Moncloa. Hoy por hoy Ayuso lidera más y mejor. Y de eso se están dando cuenta ya unos cuantos en el partido.
Mari Carmen contempla el paisaje político con cierta desazón. Como si lo poblara un colectivo de personajes sin rumbo, sin programa fijo, determinado a sobrevivir en su propio ecosistema, no sea que abandonarlo acabe con ellos. Lo de ofrecer alternativas para un país, una región, un municipio mejor, si eso, lo dejamos para otro día.
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