El buen salvaje
Carla Bruni se queda sola
Deja de ser inédito que un presidente europeo entre en la cárcel. Esperemos que no se repita, pues no hay mucha Bruni para tanto sanchismo.
Carla Bruni se ha convertido en la viuda de Francia con su marido todavía vivo. De negro estricto avanzó cogida de la mano de Nicolás, acompañándole hacia el cautiverio, hermosa y delicada como uno de sus susurros, de la manera en que una reina llevaría a su rey hasta el patíbulo, con el «look» existencialista de una adolescente que protesta en mayo del 68. Sublime. Bruni se vistió de heroína y se dejó ensartar por los clásicos: un cuello vuelto, una blazer, esas piezas que no pasan de moda y que solo saben realzar aquellos que conocen la mística del estilo. Aprendió de los más grandes poner en escena tanto una farsa como un auténtico drama a lo Yves Saint-Laurent, el emperador que no murió antes porque fue débil hasta para suicidarse. Allí estaba ella, dejándole y dejándonos una canción, «Les séparés»: «¿Cómo harán los separados cuando sus días estén contados?/ ¿Cómo se dormirán sin que se mezclen sus suspiros?
Si te cantan algo así lo normal es que uno se crea el conde de Montecristo y arañe la celda para escapar hacia el amor. Sarkozy lo intentará, estoy convencido. Se hizo un gigante, con las alzas en sus zapatos, cuando conoció a su mujer, la ex primera dama que ahora podrá volver a llevar tacones de Christian Louboutin, con esas suelas rojas que apagarían las llamas del infierno. Los titulares pronto olvidaron la trama corrupta por la que Sarkozy está en prisión para centrarse en ella, el mejor escudo antimisiles.
Bruni es el envés de la Pantoja del primer Cachuli. Cuando se piensa en las mujeres, o en las señoritas de compañía, de los presuntos corruptos de aquí, solo cabe la tristeza, pues si es ya jodido ser un quinqui político, más aún es saber que, más allá de las rejas, espera alguien a quien comprar con suerte una pulsera y algo de lencería en el Carrefour. En cualquier caso, deja de ser inédito que un presidente europeo entre en la cárcel. Esperemos que no se repita, pues no hay mucha Bruni para tanto sanchismo.