Y volvieron cantando

Los charcos de la vicepresidenta

Es la secular obsesión de una izquierda que, especialmente en España, justifica algunas anemias programáticas bajo el recurso bolivariano de la prohibición

Yolanda Díaz y su plataforma-partido con serios visos de acabar en «partida» todavía no se han repuesto del correctivo en forma de baño de realidad que han supuesto los comicios en su tierra y anda dando bandazos en la búsqueda por colocar alguna declaración que refuerce su argumentario ya de por sí bastante vampirizado por un sanchismo para el que la vicepresidenta es ya más problema que solución, dado que representa toda una traba en la necesaria interlocución con Podemos.

Justo el día de esta semana en que conocíamos unos nada negativos datos del paro, no se lo ocurría otra cosa que soltar ante su grupo parlamentario, hoy sumido en la melancolía, tres «perlas» de esas que, escuchadas por la radio, hacen que se te cale el coche. La primera en forma de burdo oportunismo planteando prohibir por ley el indulto para corruptos, todo un charco de metros de profundidad para quien no dudaba casi antes de ayer en viajar a Waterloo para reunirse con un presunto malversador fugado de la justicia entre otros delitos que se le achacan…Como decía Fraga, «señorita, eso lo explica todo».

La segunda fue proponer que los restaurantes cierren antes adaptándose a horarios europeos, curiosa reflexión en el país del sector servicios que crea miles o millones de empleos. Todavía no ha reparado Díaz, por ejemplo, en realidades sociales y electorales como la reflejada en los comicios madrileños de 2021 en los que arrasó Díaz Ayuso en plena pandemia. No se votó en clave izquierda-derecha, sino en clave apertura-cierre, no era –con permiso de Ana Belén– el consumidor de la caña de cerveza el único beneficiado de la apertura, sino el camarero que se la servía salvaguardando su empleo a diferencia de otros territorios. Es la secular obsesión de una izquierda que, especialmente en España, justifica algunas anemias programáticas bajo el recurso bolivariano de la prohibición, ante la duda ¡exprópiese! Y la tercera he de reconocer que cuenta con todas mis simpatías por el derroche de entrañable ternura que supura su crítica a la convocatoria de reuniones allá por las ocho de la tarde. He sido testigo de más de una rueda de prensa en países europeos donde acercándose una hora intempestiva sin aparecer los comparecientes, los periodistas extranjeros sencillamente recogían sus bártulos y se marchaban. Eso es otra cosa y desde luego no sería mal comienzo. Esta Yolanda titubeante promete tardes de gloria.