El buen salvaje
Los chicos del PSOE se van (otra vez) de putas
Se supone que cuando se prohíban las putas se acabará la corrupción o habrá que legalizarlas como el cannabis en Alemania. Para unas cosas nos atan en corto y, para otras, nos dan cuerda para que nos ahorquemos
Es un clásico del socialismo español de nuevo rico. De putas (y putos) van hombres (y mujeres) de amplia ideología y recursos, hay para todos los gustos y todos los bolsillos, pero al PSOE, el partido que lleva en su programa la abolición de la práctica putiferia, se le da especialmente bien caer en la red de las pitonisas del sexo y las fiestas de las noches blancas para coronar, no ya el divino placer de los ángeles, sino la mordida del sinvergüenza. El partido se está haciendo un «bondage», pero no a lo estético, como un Nobuyosi Araki cañí, sino a lo fétido, a lo Torrente, hace poco Tito Berni y ahora Koldo, Koldito, pues no puede doler más que ese olor a excremento de sanguijuela que quiere sacar provecho en el peor momento de una tragedia (la de la covid). Desde luego, nadie se quedó atrás. Ni siquiera estos barrigudos a los que una escort bien pagada pondría cara de asco. Ahora necesitamos mascarillas pero para no perecer en el aire que llega del vertedero zurdo.
Los chicos del PSOE se van de putas (otra vez) sin que rechiste el ala feminista, de siempre tan malhumorada cuando a un machito se le pone cara de prepucio, que prefiere un estoque a Ayuso, a la que, dirían, según la ley del sí es sí, o a lo mejor, si fuera de izquierdas, que maltratan por el hecho de ser mujer. Ayuso, antes que ramera a la manera socialista, se va por las ramas, y concluye que le gusta la fruta, que es lo menos que se puede responder ante esta barbarie (de Barbies, pues las del puticlub fueron daños colaterales, si bien eran más sintientes que los seres vivos a los que hace referencia la ley del maltrato animal).
El socialismo murió hace tiempo, pero en sus sucesivas reencarnaciones (el karma va a peor, tanto fue el mal que lleva en su conciencia) aparecen personajes como la del ex ministro Ábalos que arrastra la marca de Caín. Comió del fruto prohibido, o dejó que lo hiciera Koldo, Koldito. El «reskoldo» que siempre queda después de la fiesta, la brasa que aún mantiene las ganas de hacerse rico a costa de la desgracia ajena. El PSOE nos va dando lecciones éticas y morales, de manera que un día nos prohibirá comer jamón del bueno, o darle un beso como es debido a nuestras madres, aunque sus allegados se van a comer a marisquerías, lo que viene siendo otro tópico, como lo del puticlub y la noche blanca. Se supone que cuando se prohíban las putas se acabará la corrupción o habrá que legalizarlas como el cannabis en Alemania. Para unas cosas nos atan en corto y, para otras, nos dan cuerda para que nos ahorquemos.
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