No fue casual el éxito de Guardiola mientras entrenó al Bar-ça; tampoco su salida ni el traslado a Múnich con familia, ayudantes y pertrechos. El roce hace el cariño; pero también enreda, desgasta y consume. Llega un momento en que la figura de Messi no puede ser tan alargada y no hay quien la recorte, o que el teatro de Alves deja de hacer gracia y el lateral se transforma en elemento prescindible. Y si entre la directiva y el entrenador la química ha derivado en vitriolo, entonces hay que cortar. Vilanova acepta el relevo de Pep y Pep la oferta del Bayern.

A Guardiola le han fichado Rummenigge y Hoeness convencidos de que enriquecerá la historia del club. Mejorar la temporada de Heynckes va a ser complicado; el nuevo lo sabe, lo asume y lo confiesa, en alemán. Un gesto que sólo necesita resultados: en fútbol, la victoria es el secreto de todos los éxitos. Cuando irrumpe el fracaso con el ruido de cristales rotos, lo proyectado y lo improvisado son pamplinas.

El Madrid, entre tanto, prepara la alfombra roja para Ancelotti, aunque extraña los días que consume sin entrenador, o que todavía no haya oficializado ningún fichaje, ni siquiera el de Isco, o que le hayan ofrecido a los barcelonistas Thiago y Tello por 28 millones de euros y los haya rechazado, dicen. O que la renovación de Cristiano Ronaldo no cuaje, como si no hubiera prisa, por parte del jugador; o que algún club poderoso de Europa, y no es el de Guardiola, o uno de esos nuevos ricos continentales hayan hecho llegar una oferta excepcional a su representante. Tampoco hay que descartar que Ancelotti esté trabajando en la sombra y cuando él firme se produzcan las contrataciones en cascada. Todo es posible.