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Ventanilla única

España, Operación Triunfo de talentos de Europa

Si un país sufre la emigración de sus trabajadores más altamente cualificados, su pérdida de valor es letal

Ingenieros, médicos, economistas, informáticos, matemáticos, arquitectos... lo que se conoce como carreras STEM. La lista de profesionales que deciden dar el paso y abandonar nuestro país es cada vez más larga. Los licenciados españoles están altamente demandados por todo el mundo por su alta cualificación después de un exigente paso por las universidades españolas, y aunque en España existe una gran demanda de este tipo de profesionales, hay una potente razón que decide a nuestros cerebros a salir de nuestras fronteras: los salarios.

Terminar una carrera de ciencias en España es sinónimo de trabajo asegurado y un alto nivel de vida, incluso al principio de su carrera profesional, con un puesto «junior» en la empresa, cuando el sueldo no suele sobrepasar los 35.000 euros brutos anuales. Una vez consolidado en el puesto y tras unos años, los ingresos pueden llegar a superar los 60.000 euros. Nada comparable con los que ofrecen en países no muy lejanos, como Alemania, Suiza o Francia, incluso Irlanda, Holanda, Bélgica o Reino Unido.

Por ejemplo, Alemania ofrece a ingenieros de software sueldos medios de 80.000 euros, y Reino Unido o Irlanda lo elevan por encima de los 100.000. En Estados Unidos, con otras bonificaciones y extras, está incluso por encima de esa cifra, según datos oficiales del portal de empleo Manfred. Pero si nos vamos a Suiza, la diferencia ya es abismal y las cifras se sitúan entre los 120.000 y los 170.000 euros. Y por mucho que el coste de la vida sea allí mucho más alto, la diferencia nunca nos saldrá a perder. Al contrario. Irse fuera permite que la capacidad de ahorro sea mucho mayor y más rápida. Si en España se tarda una media de 16 años en conseguir ahorrar para afrontar la compra de una vivienda, con un poco de cabeza ese tiempo se reduce en seis años en el extranjero.

Según datos comparados de la Encuesta de Población Activa (EPA), un universitario francés gana de media casi un 27% más al año que uno español en términos brutos, una diferencia que se eleva por en cima del 49% cuando se compara con Alemania, lo que supone un enorme déficit en la rentabilidad de la inversión en educación superior que sufre España.

Según advierte el Banco Mundial habitualmente en sus informes de empleo, el capital humano es el recurso más valioso de un país, ya que en la actualidad representa el 65% de la riqueza global, y si un país sufre la emigración de sus trabajadores más altamente cualificados, su pérdida de valor es letal. Solo en 2022, el primer año pleno de recuperación tras la pandemia, 400.000 españoles con estudios superiores abandonaron España en busca de mejores condiciones laborales. Así lo constata un informe de la Fundación BBVA-IVIE, que advierte de que la pérdida económica que supone este fenómeno alcanza los 155.000 millones de euros.

Está bien que seamos la huerta de Europa y el mejor plan de diversión vacacional, pero ser también la Operación Triunfo del talento universitario no sale a cuenta. Que los poderes públicos apunten que esta sangría solo conduce a la mediocridad y al estancamiento económico del país, que necesita fuerza motriz al frente para llegar al destino del Estado del Bienestar, ese que llena la boca de los políticos en campaña electoral pero que luego demuestran que no defienden ni respetan. Salvemos de la precariedad a los que deben liderar el futuro.