Julián Redondo

Cambio de duelistas

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Cristiano no va a jugar y en cuanto a Messi, su actitud es un arcano. Ronaldo ha parado a la fuerza y los médicos datan su reaparición en Múnich. Leo formará en el once del Barça en esta final que Ancelotti y Martino han edulcorado. Ellos no juegan en la sala de prensa, como «Mou» y Guardiola. Su partido empieza y termina con las señales horarias del árbitro, que no es Undiano, sino Mateu. Ambos entrenadores han adoptado un perfil tan bajo que parece determinante para su punto y final.

Si en Mestalla hace tres años la Copa fue un pulso Cristiano-Messi, por encima incluso del palabrerío, en 2014 adquieren el protagonismo de los duelistas Bale y Neymar, dos inversiones bárbaras pendientes de la consagración. Y no es que Messi pierda jerarquía por la ausencia de Ronaldo, es que en los dos últimos partidos, como sólo ha corrido algo más que Pinto, ha bajado tantos enteros que su séptima renovación merece reflexión. Puede que jugar contra el Madrid le anime, como se vio en el Bernabéu; puede que esté apático o hipermotivado; puede ser un huracán o una brisa imperceptible. Será lo que él quiera y de él dependerá la final.

En un partido así, al Madrid y al Barça les gustaría ser tan «insoportables» como el Atlético; pero ni son ésas sus maneras ni tienen capacidad para imitarlas. Pican más alto, conscientes de que uno se estrellará.