Primarias en el PSOE

Debate al borde del abismo

La Razón
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Se han citado en Madrid el día de su fiesta más castiza, pero este lunes de San Isidro patrón de la Villa y Corte, ni Susana ni Patxi ni Pedro se van a encontrar con mantón de Manila y parpusas, ni se irán juntos a la pradera. No son la emperatriz de Lavapiés, ni don Hilarión, ni el Felipe de «La revoltosa». No corren en el PSOE tiempos de barquillos y verbenas. El debate que al filo de este mediodía situará cara a cara a los tres candidatos al trono socialista se presenta con no pocos elementos morbosos, pero con uno destacando por encima de todos. Casi ocho meses después de aquel «aquelarre de Ferraz», en el que insultos, llantos, empujones y amagos de pucherazo dieron con la dimisión del secretario general, vuelven a verse las caras los principales protagonistas en la primera ocasión desde aquel 1 de octubre, en la que podrá debatirse sobre lo ocurrido en esos días y sobre todo por qué ocurrió.

El debate tiene en su tercer bloque, el relativo al modelo de partido, todos los ingredientes para acabar con algún tabú y romper muchos silencios, unos estratégicos y otros encaminados a cauterizar heridas. Esta es precisamente la gran incógnita, el cómo y hasta dónde van aflorar, en un momento de máxima y creciente tensión, unos movimientos de entretela a cargo de Sánchez y su núcleo duro que dieron con aquel traumático «hasta aquí hemos llegado» del Comité Federal, o, lo que es lo mismo, de los mandarines periféricos.

El papel de Patxi, mas allá de tratar de consolidarse como tercera vía de distensión y llegar vivo gane quien gane el domingo al Congreso federal, corre el riesgo de quedar fijado como hombre bueno, pero mero espectador a la espera de ver quién fagocita el voto de sus once mil avalistas. Susana no destaca precisamente como ganadora de debates, pero en este caso no parecen un secreto los flancos más idóneos para golpear a su rival directo, especialmente la indefinición no exenta de tintes de oportunismo en política territorial a cargo de un Pedro Sánchez que sigue evidenciando una notable alergia a la prensa e inclinación al escapismo cuando surgen problemas por explicar –el ex secretario general es consumado especialista en el inicio de retiros vacacionales justo cuando más arrecian las tormentas–. Susana también carga con inconvenientes. Tendrá complicado defender la labor de responsabilidad institucional en la gestora –eso tiene escasa venta ante la militancia– y desde luego no está claro ni testado que la firma con DNI para un aval tenga que corresponderse con un voto secreto.

Hoy, Susana y Pedro buscarán el apoyo de más de sesenta mil no avalistas e indecisos y de paso birlar los de Patxi. Desde el arranque de la primera hasta el minuto de oro final del segundo promete ser otro capítulo del proceloso camino del PSOE, bien hacia la recuperación o bien hacia la irrelevancia de los Corbyn y Hamon, sin descartar, ya metidos en contexto castizo e «isidril», que se arme «la tremolina».