Fútbol
Dos gallitos
El jeque del PSG ha pagado por Neymar 222 millones, más la prima de fichaje de papá –en torno a 100–, más el salario astronómico del futbolista –70 brutos por cada temporada, sin contar las renovaciones exprés cada vez que haga una gracia–; aproximadamente, 600 millones de euros que hay que amortizar en cinco años. ¿Es factible? Al-Khelaïfi, que aún tiene que abonar 180 al Mónaco por Mbappe, supone que sí, que ambas operaciones son rentables si en las vitrinas del club entra la Champions. Lo que no imaginaba es que el fichaje del brasileño iba a provocar un combate abierto con Edinson Cavani, otra de las figuras de ese vestuario que podría tener mesa reservada en Maxim’s o un ring en el Parque de los Príncipes.
Pelea de gallitos propiciada por los acuerdos tácitos del convenio que Neymar ha firmado con los nuevos ricos. Salió del Barça porque Messi era indiscutible y en París le prometieron el lugar más destacado del Olimpo y la aspiración al Balón de Oro sin barreras. Tiraría los penaltis y las faltas porque así parecía estipulado y no por la gracia de Leo. Ignoraba que si Cavani terminaba pichichi de la Ligue 1 éste percibía un millón de euros extra... Ya lo sabe. Este uruguayo, que no parece tan fiero como su colega Luis Suárez, pero que no se arruga, le ha plantado cara y se afirma en mentideros franceses que llegaron a las manos. El problema es de imagen para el PSG y de autoridad para Unai Emery, cuya obligación es establecer el orden de tiradores de penaltis y de faltas, como hace Zidane en el Madrid; es decir, Cristiano y luego diez más.
En medio de ese ambiente explosivo, quién sabe si el Atlético cambiará la dirección del punto de mira, de Diego Costa a Cavani, si el díscolo uruguayo se pone a tiro por menos de los 65 millones difíciles de amortizar que cuesta el rebelde del Chelsea.
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