César Lumbreras
El abrazo del oso
Se han filtrado ya algunas pistas, muy preliminares, eso sí, de las ideas con las que está trabajando la Comisión Europea de cara a la nueva PAC que debería aplicarse a partir de 2021, aunque está por ver que se llegue a cumplir ese plazo, dado lo endiablado que se presenta el calendario comunitario, con elecciones europeas de por medio. De momento se habla de que es necesario delegar más en los estados miembros, en las regiones e, incluso, en los propios agricultores y ganaderos. Eso equivale a decir que continuará el proceso de renacionalización de la PAC al que venimos asistiendo desde hace unos cuantos años. Lo que en un principio puede parecer que es positivo, porque se da libertad a los estados miembros, incluso a las regiones, para que apliquen una PAC más adecuada a sus necesidades concretas, es una gran trampa y es muy negativo. La razón es muy sencilla: la Política Agraria Común (PAC) es cada vez menos común porque es competencia de los estados miembros. En consecuencia, su financiación debería dejar de ser común y corresponder también a los estados miembros y a los presupuestos nacionales.
Esta última argumentación no es nueva y ha sido utilizada ya por los países enemigos de la PAC en las reformas anteriores y también cuando se han negociado los últimos marcos financieros de la UE, en los que se establece el dinero con el que cuentan las arcas comunitarias para periodos de siete años y en qué se gasta ese dinero. Hasta ahora, la partida destinada a la PAC era la más importante, con más de un tercio largo del total. Pero estamos en puertas de una nueva ofensiva de ese grupo de países enemigos de la PAC, entre los que figuran Holanda, Dinamarca, Suecia o Reino Unido, entre otros, para que se destinen menos a fondos a esta política, de la que España es la segunda más beneficiada tras Francia.
Cuando llegue el momento de estas negociaciones (al caer), se va a intensificar esa ofensiva «antipac», que será muy difícil de neutralizar si en paralelo se renacionaliza la misma. Aunque pueda parecer lo contrario, ni a España ni a sus agricultores y ganaderos les interesa que la PAC vaya perdiendo la «C» de Común. Puede que nos estén dando el abrazo del oso y no nos estemos enterando.
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