Agustín de Grado

El Asedio

A la izquierda española le cuesta transitar apartada del poder. Desde su insolente superioridad moral, entiende que la democracia le pertenece e interpreta como una anomalía que la mayoría pueda otorgar el gobierno a otros. De ahí sus dificultades para renovarse. Mantiene vivo ese gen subversivo que históricamente le impulsa a intentar recuperar en la calle lo que pierde en las urnas. Y la ocasión la pintan calva. No ha cumplido un año el Gobierno de Rajoy y lejos está aún del ecuador el Gobierno regional madrileño, ambos con la legitimidad del mayor respaldo democrático conocido nunca por la derecha española. Sin embargo, Madrid arde en protestas, alimentadas muchas por mentiras perfectamente demostrables, pero de atractiva coreografía para ganarse el eco multiplicado de la televisión. Son lo que César Vidal definió ayer como «el aullido de los privilegiados» en un país con seis millones de parados. No sin errores y con la irritante parálisis de otras reformas que contribuirían a convencer a los españoles de que estamos de verdad ante un esfuerzo compartido, el PP está gestionando realidades complejas con decisiones casi siempre tan impopulares como necesarias. Enfrente se levanta una oposición que, sin respuestas a la crisis y refractaria a todo compromiso nacional, agita el descontento en la calle con una retórica más primitiva que el hacha de sílex. Más preocupante que los comunistas madrileños hayan elegido como líder a un joven «activista social» (así se define el propio Eddy Sánchez) es que el PSOE desbroce su futuro entre la súbita conversión al «anticapitalismo radical» de Rubalcaba y el regreso al zapaterismo inmaculado de Chacón. Es así como el partido que los últimos treinta años ha representado a la izquierda democrática se está convirtiendo en un problema para España. Más radicalidad y más calle es menos prosperidad y menos democracia. Objetivos secundarios cuando el primero no es otro que derribar al PP, al precio que sea. Incluso en alianza insumisa con el separatismo antiespañol. En ello están.