Fernando Rayón

El búnker de Zarzuela

La Razón
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Ninguna filtración. Ningún comentario. Nada. Zarzuela, es decir, los asesores de Felipe VI se han blindado entre ellos para que ninguna interpretación salga del núcleo duro que rodea al monarca. Si intentas averiguar de quién ha partido la decisión de no recibir a la presidenta del Parlament catalán Carme Forcadell –si de las presiones del Gobierno en funciones o del propio Rey– los comentarios no existen. Si preguntas por el origen del no agradecimiento a los servicios prestados a Artur Mas en el BOE, tres cuartos de lo mismo. Si preguntas por la decisión de recibir la próxima semana a los grupos integrados en Podemos –En Marea, Compromís y En Comú– más de lo mismo. Saben el Jefe, el Secretario y el responsable de Relaciones con los medios de comunicación que cualquier palabra puede entenderse como un agravio. Vamos, que si preguntas por el día que es, te dicen que mires el calendario. No invento. Y eso antes no ocurría.

El silencio de Zarzuela se ha extendido al entorno de Don Juan Carlos. El anterior Jefe del Estado sigue teniendo su agenda llena de encuentros con empresarios y amigos. Y todo el mundo sabe que sigue asesorando a su hijo. De ese entorno partió la idea de suspender la agenda el lunes pasado, cuando dio comienzo el juicio por el caso Nóos. Fue una novedad pues ya se habían detectado salidas al cine o de ocio en momentos de crisis que no venían a cuento. «Es que no puedes estar recibiendo en audiencia a gente cuando tu hermana está sentada en el banquillo», me dijo alguien de la Casa (hasta ahí llegan). Pura lógica, pero no se decidió hasta el último momento. Una cosa era aparentar «normalidad» y otra hacer el ridículo. Y la línea que separa a una y otra cosa a veces es muy fina.

El viaje de Don Juan Carlos a Guatemala era otra cosa: estaba previsto desde hacía semanas y era otra forma de que no existiese agenda: viaje y lejano. Pues eso. Pero ninguna declaración de Don Juan Carlos allí. Ningún comentario. Don Juan Carlos asesora a su hijo pero «larga» mucho. Y eso tampoco lo quieren.

Pero el tema ya no es ese. Es algo de mucho más calado. Don Felipe sabe que Pedro Sánchez quiere formar gobierno. De la misma forma que sabe que todas las instituciones –nacionales e internacionales– cuyos terminales llegan a Zarzuela están empeñados en lo contrario: en un gobierno de concentración PP-PSOE-C’s. La semana que viene Don Felipe va a percibir los movimientos del secretario general del PSOE con todos ellos y podrá darse cuenta de hasta donde tiene cerrada su investidura Sánchez. No se entrevistará con todos. Oriol Junqueras ya no está entre las consultas, pero los movimientos de Sánchez apuntan a que esos votos ya los tiene. ¿Y cómo desmontar esa granada? El Rey no tiene facultades para hacerlo. Ni debe. Sólo puede hacer algo: ganar tiempo. Es lo que hará.