Alfonso Merlos

El gran delirio

Definitivamente estamos ante un pobre hombre. Iluminado, poseído, confundido, con los pies lejos del suelo, en la parra. Hace falta ser un cateto de tomo y lomo para proclamar, poniendo el grito en el cielo, que el mercado español se le ha quedado pequeño a la Gran Cataluña. ¿Pero acaso desconoce este señor –como oportunamente se le ha recordado– que las empresas de esa hermosa región de España le venden más a Murcia que a todos los Estados Unidos de América juntos? Claro que no lo ignora. Lo que ocurre es que sólo desde la estrategia del engaño impúdico se puede pretender anestesiar y pastorear aborregada a la masa por el camino equivocado. Y si hace falta empujarla al vacío desde lo alto del acantilado.

Lo que faltaba para rematar la faena es que, como detalla LA RAZÓN, los desnortados socialistas catalanes se estén planteando darle apoyo parlamentario a los capitostes de CiU. Es la guinda del pastel. O sea, que cuanto más profundiza el fracasado Más en el exceso, el desgobierno, la desatención al interés general, más se piensan los hombres de Pere Navarro el apoyo a este Gran Delirio. ¡Ahora se entiende el descoloque del PSC!

Estamos en efecto ante un Mesías de cartón piedra, ante un capitán de hojalata de un barcucho a la deriva. Es lógico que en plena borrachera separatista, cegado por el éxtasis, ahogado por el frenesí, este político del montón se crea con fuerzas de pasar a la Historia. Y pasará. Pero a la Historia del ridículo (superando con creces a aquel Ibarretxe) y a la del desastre. Porque eso es lo que dejará como herencia a una Autonomía abrasada por la corrupción, el paro, la precariedad y la pobreza. Incluida, dramáticamente, la infantil. ¡Vaya planazo Don Arturo!