María José Navarro
El héroe
Miren, siempre he estado convencida y hoy lo estoy aún más. Hay ángeles entre nosotros. Personas que están ahí, con las que nos cruzamos por la calle, con las que compartimos baño en un bar, asiento en el autobús, cola en el Inem. Gente normal a la que no damos importancia. Hasta que un día la vida nos está a punto de dar plantón y aparecen para recordarle que a las citas no se falta que es de mala educación. El otro día escuchaba por la radio a un hombre que contaba que, sumido en una profunda depresión, decidió quitarse de en medio. Se situó en un puente y cuando estaba a punto de tirarse, una chica que pasaba en ese momento por ahí, le miró. Le miró, se paró, y estuvo hablando con él un buen rato. Le quitó las intenciones, charlaron serenamente y se intercambiaron los teléfonos. El hombre fue atendido en un centro de salud mental, le trataron, retomaron el contacto y hoy es su mujer y tienen una niña. Julia. Así que nuestro protagonista está casado con un ángel, es evidente. Ese hombre piensa ahora en todo lo que se hubiera perdido de haber llevado a cabo su plan, de los besos que se hubiera perdido, de los días felices, de Julia. Cuando ayer escuchaba a los hermanos de Ignacio Echeverría pensé que las cosas no suceden porque sí. Un chico excepcional, tan generoso como para enfrentarse a tres terroristas tan solo armado con su patín, solo puede criarse en una familia excepcional, que es exactamente la que tiene. Escuchar su serenidad, su elegancia, te devuelve la fe en las personas y en la sociedad. Ni un reproche, ni una queja, solo la petición de privacidad. En Las Rozas se escuchó el otro día, casi mientras se producía el momento de silencio en su memoria, un comentario que refleja que cada héroe tiene su némesis. Fíjate, no me esperaba que un católico fuera skater. Hay ángeles entre nosotros, sí, pero también hay mucho cretino. Buen viaje, Echeve, que aquí se quedan los tuyos, dignos herederos de tu dignidad.
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