Miguel Ors
El «jab» de Rajoy
L24 Ancelotti
Ancelotti, por su manera de ver, hablar y opinar, es más anglosajón que mediterráneo. Hay episodios que le duelen, pero no los dramatiza. Levanta la ceja, mira con perplejidad y se contiene. A día de hoy –ya veremos qué sucede en el Calderón–, suma 26 partidos uno detrás de otro, consecutivamente, divorciado de la derrota. Marca con la que supera al caballero Capello (25) y al endiosado Mourinho (20). Lo de Simeone es el «partido a partido»; lo de Ancelotti, el «paso a paso». Sin alharaca los dos. No se autojalean.
Otro aplauso-toisón para Rafa Nadal, que ha agavillado en Río de Janeiro otro triunfo para su currículo al vencer en la final a Dolgopolov, quien, tras perder, ha sublimado con elegancia la figura de su adversario: «En tierra batida», ha dicho, «Nadal hace cosas que sólo él puede y sabe hacer».
M25 Curiosidad
Jordi Cases, socio del Barcelona, es la «mariposa» que, con las alas de su perversa curiosidad, ha generado el huracán Neymar. Quería saber el coste sin trampa ni cartón del fichaje del brasileño. No sólo lo ha sabido, sino que lo ha elevado a casi cien millones de euros. «¡Curiosidad maldita, frío aguijón que hieres!» (Rosalía de Castro).
–Es de esperar –me dice un directivo azulgrana, con sentido del humor– que el Real Madrid le imponga la insignia de oro y brillantes del club.
Le replico:
–Gracias Jordi Cases, ya tenéis cada uno un jugador de cien millones.
X26 Jab
Érase un «jab» (el de Rajoy) similar al de Cassius Clay o Muhammad Ali. El «jab», en boxeo, es golpe de distanciamiento y aturdimiento. Un directo suave. El «golpe-picotazo de avispa», que decía mi maestro César Augusto Palomino. Machaca, madura, aturde el «paquete neuronal»: noquea. Eso hizo ayer Rajoy con Pérez Rubalcaba: noquearlo con el «jab» de las cifras.
–¿Está usted bien, Rubalcaba?
–Ligeramente atontado.
Seguí el «combate» del Estado de la Nación por la televisión. Rajoy, sobre literaturizar con estilo (el otro talento del hombre) su oratoria, tiene también mejor sastre que Pérez Rubalcaba. Dos razones para ganar.
Recuerdan hoy algunos compañeros que hace cincuenta años Cassius Clay, con 22 añetes, ganó el campeonato del mundo al «destronar», contra pronóstico, al energúmeno Liston. Casius Clay acuñaba ocurrencias. «Soy –dijo una vez– el mejor boxeador del mundo y el negro más guapo del mundo, blancos incluidos».
J27 Huele
Este Real Madrid del 1-6 al Schalke empieza a oler sensualmente a Décima. Hila fútbol con potente fragancia a Décima.
Casillas: su parada espectacularmente psicológica en el momento psicológicamente oportuno, de arcángel San Miguel. «¡Qué tío, nos ha mellado la moral!», debió de rumiar más de un jugador alemán. La titularidad es una cuestión de insistencia. Cela lo diría así.
Di María, salta a la vista, quiere ser –donde sea y como sea– titular e insiste e insiste en revalidarse como titular.
Cristiano tiene la dignidad de la codicia goleadora desde la llegada de Bale y Bale tiene la codicia de tratar de parecerse cada vez más a Cristiano.
Aroma a Décima, gracias a todos. «Somos un equipo» (Cristiano). Creo que, por fin, empieza a notarse el sobresaliente trabajo técnico y psicológico de Ancelotti.
Volviendo a Casillas. Ancelotti: Casillas es importante para el Mundial de Brasil. S.O.S, Ancelotti: haga cuanto pueda para que llegue en forma moral, psicológica y física a Brasil.
V28 Psicología
El hombre es cuerpo, alma y psicología, o sea, Vicente del Bosque. «Ésta es la lista para el partido con Italia, no es la del Mundial», aclaró en la rueda de medios. En la lista, tres jugadores del Real Madrid (Casillas, Sergio Ramos y Xabi Alonso) y tres del Atlético (Juanfran, Koke y Diego Costa). Empate. En vísperas del derbi, Del Bosque, una vez más, psicológicamente cortés y exquisito. Y es que así como Don Juan Carlos es el Rey de todos los españoles, Del Bosque, en su reino, es también el seleccionador de todos los españoles.
S1 Argentinos
El filósofo es un pensador. Objetivo, realista, nada forofo. «Un filósofo fanático es un monstruo» (apócrifo). Pellegrini, Bielsa, Bianchi, Bilardo, Menotti son argentinos. Todos ellos filosofan. Gerardo «Tata» Martino no es excepción. «No me dejo engañar por la pasión. La pasión ciega. Hasta el final de la Liga, si queremos ganarla, deberemos jugar todos los partidos como contra el City. Nos quedan ochenta días de trabajo intenso sin pausa. El fútbol es un juez tan implacable como imprevisible. Su mejor amigo, el azar».
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