Marta Robles
El lado oscuro
«No me gusta que te pongas esa falda». «Se te ve todo». «¿No ves que todo el mundo piensa que eres una guarra?». Estas frases, tan presentes en conversaciones adolescentes, como ofensivas para las chicas que las reciben, por desgracia no son percibidas por ellas como un insulto, preludio de un posible maltrato mayor, psicológico o físico. Ellas no notan –y no lo digo yo, sino las estadísticas– que en estas órdenes disimuladas se encierra el germen de la posesión desmedida y sonríen como si nada pasara. Y muchas veces, pasa. En estos días de fiestas navideñas, donde el alcohol corre más de lo habitual y en los que las celebraciones se alargan hasta el amanecer, es más fácil aún que cualquiera, sea de la edad que sea, pierda la cabeza. Pero más todavía que un adolescente se desinhiba en exceso y acabe sacando sus peores instintos, esos que una empieza a pensar que todos tenemos todos en el lado oscuro de nuestras miserias. Por eso es mejor estar atentos. A nosotros mismos, para no olvidar que también entre nosotros caben las tinieblas y a ellos, que empiezan a salir al mundo, para que no confundan las palabras ni los gestos, ni piensen que todo cabe en una relación sana. En los últimos tres meses, 21 menores han sido enjuiciados por esa violencia que, si no se corta de raíz a esa edad, crecerá y se ramificará. Y será terrible para ellos porque acabarán convirtiéndose en esa escoria de la sociedad que son los maltratadores. Y para ellas, porque, aunque ahora no lo crean, acabarán en una trampa de la que, cuando se entra, cada vez es más difícil salir.
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