Alfonso Ussía

El «nos» montañoso

La Razón
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En los últimos años se ha instalado en la lengua de los deportistas el «nos mayestático». En el ciclismo es el «nos» montañoso, en el fútbol el «nos» rematador y en el tenis el «nos» paralelo. Antes de que fuera el gran Tole el representante de Tip y Coll, tuvieron uno que se sumaba al éxito. «Estuvimos muy graciosos en Bilbao». El «nos» montañoso es creación del formidable ciclista Miguel Indurain. «La verdad es que hemos sentid o cansancio en la mitad del puerto, pero nos hemos recuperado y al cruzar la línea de meta nos hemos puesto muy contentos». Y subió el puerto en soledad. «¿Qué le ha sucedido ante Federer en el segundo set?»; «pues sencillamente, que no hemos podido devolverle en condiciones ninguno de sus paralelos, y por ahí hemos perdido el partido». Pregunta a Sergio Ramos: «¿Asistirá a alguna corrida de la Feria de Sevilla?». «Si tenemos tiempo para desplazarnos, iremos felices, porque nos encantan los toros».

Estamos en los días de la gloria ciclista, que son los del «Tour» de Francia. Todo ha cambiado. Bahamontes sacó de ventaja a su inmediato perseguidor en el Aubisque veinte minutos. Amenazaba el tiempo con una tormenta de verano. No le apetecía bajar en soledad. Pidió un helado, se lo tomó tranquilamente y esperó a su perseguidor, el luxemburgués Charlie Gaul. Y descendieron con parsimonia para ser alcanzados por el pelotón. Lo de los pelotones ciclistas ha dado juego de confusión semántica. Le preguntaron a Perurena por uno de sus ciclistas, que se escapaba frenéticamente al principio de las etapas y era sobrepasado por el pelotón cuando faltaban cincuenta kilómetros para alcanzar la meta. «El problema es su juventud. Le pican mucho los pelotones». El periodista no se atrevió a ahondar en la cuestión.

Mingote no era aficionado al ciclismo. Le asombraba la afición de Luis García Berlanga. «Ahí lo tienes, un genio del cine, y es capaz de estar sentado tres horas viendo cómo esa pobre gente sube y baja, sube y baja, pasándolo tan mal». Intentó desmitificar las etapas de Alta Montaña. En un dibujo, tres esforzados ciclistas sudando, levantados del sillín y con la lengua fuera. Entre ellos, en una bicicleta rústica, con una nevera junto al manillar y la gorrilla hacia atrás, un vendedor de helados. Y les decía a los profesionales: «Un momento, que voy al pelotón de cabeza y ahora vuelvo con ustedes».

Los ciclistas de hoy son portentosos, pero muy pocos tienen una personalidad arrolladora, como tuvieron Coppi, Bartali, Anquetil, Merck, Bahamontes y compañía. Cuando Bahamontes triunfó en 1959 en el «Tour», un reportero de la televisión francesa le hizo una entrevista. Y Bahamontes, demostró un dominio del idioma de los galos sencillamente impresionante. «Je suis trés content. Y je le dedique cette victoire a Fermine, la madame de moi». Para mí, aquella alocución se me antojó tan grandiosa o más que su triunfo, casi siempre conseguido en soledad.

Ellos no usaban el «nos», como tampoco la voz «entreno» en lugar de entrenamiento, que es la correcta. «Nos hemos sentido muy bien en el entreno», dicen las criaturas y se quedan tan anchas y tan panchas. El «Tour» sigue siendo la carrera espectacular por excelencia, y todos los que seguimos las etapas de montaña –las llanas son un coñazo–, nos conocemos de memoria el Alpe D’Huez, el Tourmalet, el Aubisque, el Puy de Dome y Col D’Aspin. Incluso me atrevería a asegurar que conocemos y reconocemos a muchas de las vacas que pastan en los prados del Plateau de Beille, realmente discretas y encantadoras, aunque no hayan podido superar la depresión natural que toda vaca padece durante su estimable vida. Una vaca jamás será un enigma. Representa la exposición rumiante de la pesadumbre.

Me cae muy bien Contador. Es un tipo sencillo, claro en los hablares y que no usa el «nos mayestático». «Fromme me ha sacado cuatro minutos porque no tuve fuerzas para seguirlo». El «Tour» es uno de los acontecimientos deportivos que reclaman el interés por la estética. Cuando finaliza, me olvido de las bicicletas hasta el año siguiente. Si fuera deportista de élite escribiría que «nos olvidamos de las bicicletas y nos dedicamos a ver otros deportes mientras escribimos». Pero por desgracia, no tengo la suficiente categoría para usar el «nos» que se reserva a Su Santidad el Papa y a Sergio Ramos.