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El pensamiento de Aznar

La Razón
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El mundo al revés, o casi. Resulta que el PSC y C’s elogian el cambio de estrategia adoptado por Rajoy en el contencioso catalán y va Aznar y se desahoga contra la (esta vez) conciliadora Sáenz de Santamaría. La paradoja de Aznar es su capacidad de otorgar vigencia a sus ideas cuando resultan útiles a sus propósitos. El «arte de lo posible» en la política le permitió hablar «catalán en la intimidad», según sus propias palabras, y le sirvió para comprometer los votos de CiU a su investidura a cambio de la decapitación de Aleix Vidal-Quadras al frente del PP catalán.

Sin embargo, Aznar no ha dudado en introducir un gratuito factor de distorsión en los esfuerzos de Sáenz de Santamaría por reconstruir puentes con Cataluña y evitar la ruptura. Dejando claro la vicepresidenta que, en caso de llegar a asomarse a ese precipicio, habrán sido los soberanistas y no el Gobierno quienes habrán dinamitado la posibilidad de acuerdo. Además, en Moncloa son conscientes de que va a haber nuevos bocinazos del ex presidente. Incluso, que lleguen a revivirse situaciones «de tensión» entre los entornos de Rajoy y de Aznar. Esteban González Pons ha puesto inteligentemente el dedo en la llaga: «A Aznar se le respeta, pero a Sáenz de Santamaría se le apoya». El portavoz europeo del PP se ha guardado para sí que se le respeta mientras se ciña al papel que le corresponde como presidente de honor del partido y ex presidente del Gobierno. Porque si Aznar se convierte en un político más al uso, no debería quejarse si le contestan como a cualquier otro político más.

Hay quienes atribuyen el movimiento de Aznar a su temor por el nuevo perfil que puede adoptar el PP. Algunos populares apuntanque recela de un posible éxito de Sáenz de Santamaría que la propulsase en la carrera sucesoria. Pasado, presente y futuro: esas palabras, entrelazadas, forman el complejo pensamiento de Aznar, donde en ocasiones la medicina que él aplica es peor que la enfermedad. Es obvio que el diálogo entre Rajoy y Puigdemont será imposible mientras exista la amenaza de un referéndum ilegal. Ahora bien, Rajoy debe auspiciar una rebaja en el nivel de conflictividad entre Madrid y Barcelona. Quizá así pueda buscarse una salida pactada dentro de la legalidad. Ni que decir tiene que en el PP todo el mundo da esto por descontado. Y no se entiende bien que Aznar no lo haga también.