Cataluña
El Plan A
Puigdemont ha conseguido cargarse por segunda vez al padre fundador de todo este cuento del procés, Artur Mas. Lo echó de la Presidencia de la Generalitat cabalgando a lomos de la CUP y ahora empeñado en ser President por «guasap» se lo ha cargado como presidente del Pdcat. Arturo «el Astuto», que siempre aparenta tener un elevado concepto de sí mismo, ha sido derrotado dos veces por un tipo provinciano de pelucón llamativo y muy independentista, mucho más independentista que él que nunca pasó de ser un converso. Este tipo que ha doblado la mano y la voluntad al más «listo» de los suyos tiene un plan absolutamente delirante que pasa por una investidura telemática. En la cara B de su moneda está el talego, un lugar sórdido donde no te puedes grabar discursos, mensajes o paseos y en el que puedes coincidir con Junqueras «el asceta». Sabe, o le han hecho saber, que esto es un completo disparate, pero es, aunque parezca paradójico, su elemento de negociación. Lo que resulta patético es escuchar y ver a diputados con sus carreras y su currículum decir que es una opción posible o incluso la única opción ante una realidad anómala. Legisladores que defienden que hacer el panoli con un holograma o tirando una sábana en medio del Parlament para que se aparezca Puigdemont como un mesías de luz y color es una opción de gobierno. Nos avisó el replicante de Blade Runner, «he visto cosas que vosotros no creeríais...», y Puigdemont está dispuesto a escribir el guión de la tercera. Que él haga el ridículo entra en su percepción de la política, que se lo haga hacer a su partido después de destrozarlo es una irresponsabilidad limitada, pero que quiera gobernar Cataluña así es para pedir un psicotécnico. Infravalorar la desfachatez de un fanático es un error bastante común que el Estado de Derecho no puede permitirse. Para proceder a esa investidura ridícula hay que cambiar el reglamento. Eso lleva a un recurso de partidos y Gobierno que nos sitúa en una suspensión por parte del Constitucional hasta que resuelva... el mismo escenario de ilegalidad con el que terminó la legislatura de la DUI. Puigdemot no quiere que su final de viaje sea una simple detención. Necesita espectáculo y va a luchar por tenerlo. Tratarán de convencer al líder de que hay que poner otro nombre sobre la mesa. Solo hay uno, el de Elsa Artadi. Ella es el complemento en la tierra para un tipo que órbita por encima de nuestras cabezas y de la suya propia, un tipo que calla los problemas de los catalanes, de los que colapsan los hospitales, por ejemplo.
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