Jesús Fonseca
El Príncipey los militares
Recién llegado de Caracas, después de ponerle cara a España en las exequias chavistas, sin apenas tiempo para darse una ducha y cambiar el traje de calle por el uniforme de campaña, el Príncipe de Asturias –rápido y certero–, como militar que es, acude hoy, lunes, al ejercicio de Emergencia Nacional que se desarrolla en los montes de Segovia. Más de 2.000 soldados hacen frente a supuestas emergencias como inundaciones, rescates, contaminación química y radiológica, a un imprevisto desastre ecológico... ¡Bien por el Príncipe! Si alguien quiere ver a Don Felipe a gusto, lo que se dice a sus anchas y en su salsa, es entre sus compañeros de armas. El todo vale, el desprecio al mérito, no se ha abierto paso todavía, por suerte, entre los militares españoles, que siguen teniendo el bien común como santo y seña, en medio de tanta devastación. La lealtad, el esfuerzo, la superación, continúan siendo los pilares de nuestras Fuerzas Armadas. La presencia de Don Felipe en estas maniobras es ocasión para recordar que si queremos que nos respeten es necesario invertir en Defensa, por más que se lleve decir lo contrario. Todos queremos la paz, pero las circunstancias mandan. Sólo seremos tenidos de verdad en cuenta, si nuestros ejércitos tienen poder de disuasión. Habrá que decirlo, aunque no sea políticamente correcto: robustecer las Fuerzas Armadas es una una asignatura pendiente. Salta a la vista: les toca bailar con la más fea, pero apechugan con lo que sea, con una sensatez pasmosa. Y habrá que decirlo, también, aunque no esté de moda: ningún sector de la vida española es tan abnegado, tan decente, tan discreto a la hora de cumplir su tarea, por más que a veces, estén que braman.
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