Política

Pilar Ferrer

El último veneno de Rubalcaba

El último veneno de Rubalcaba
El último veneno de Rubalcabalarazon

Le salió mal la jugada. Pujó, luchó y conspiró a favor de Eduardo Madina. Pero los militantes le dieron la espalda. Era la última y ponzoñosa carta de Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero no supo, no calculó, contra quienes planteaba batalla. Ha sido ésta, tal vez, la única en la que un Rubalcaba todavía controlador deseaba batutar su propia sucesión. Se le fue de las manos. Un candidato ignoto, al que le hizo la vida imposible en el grupo parlamentario socialista en el Congreso, le ha ganado por peteneras. La historia se escribe desde hace tiempo, cuando Alfredo decide apostar por Madina y pivotar su propia sucesión.

Sucedió hace unos días, en la localidad cántabra de Solares. Aquí nació Rubalcaba y aquí deseó tener su último acto como secretario general del PSOE. Los ánimos estaban caldeados y, aunque en esa tierra Alfredo es muy querido, los militantes están que trinan. El partido anda desnortado, sin liderazgos fuertes y sin encontrar su espacio ideológico. «Ya lo veréis, esto de las primarias no sirve para nada», le espeta un veterano socialista. En el hotel Los Guardeses, el todavía líder del PSOE intenta sacar pecho. El ambiente es pesimista, refleja la cruda realidad y corrobora lo que ya en su día dijo Alfonso Guerra: «Las primarias son como un veneno, se revuelven contra quien las pide». Eran los tiempos de Joaquín Almunia, ampliamente apoyado por Ferraz y por cuya boca salían los ecos de un militante, un voto. Lo mismo que ha preconizado Eduardo Madina y que encolerizó a la andaluza Susana Díaz, por poner en entredicho el valor de sus avales, los más numerosos del PSOE, claramente contrarios al diputado vasco. Menudo enfado tiene «la sultana» ante el fiasco de este proceso, en el que «nadie gana y todos pierden», según fuentes de San Telmo. Es la herencia de un Rubalcaba muy quemado, que tal vez no supo calibrar los tiempos y curtir, en serio, a un sucesor. Sus manejos para apoyar a Eduardo Madina, sus malas relaciones personales con Pedro Sánchez eran un clamor en el Congreso. «Es tan maquiavélico que puede buscar un desastre para volver en otro momento», comentó un diputado de la «vieja guardia». Con Alfredo todo es posible. Ya lo sentenció Leguina: «Rubalcaba, Rubalcaba, te das la vuelta y te la clava».

Se diga lo que se diga, ha sido una mala jornada para el PSOE. «No vamos bien», dijo Felipe González recientemente. El ex presidente, al igual que Guerra, nunca fue partidario de las primarias y mucho menos de estos procesos que, de tanto clamar por la democracia interna, acaban por lesionarla. Se ha visto en los últimos coletazos de campaña. «No van a votar ni los nuestros», ironizaban algunos diputados. El problema del PSOE es de maquinaria nueva y muchos piensan que el legado de Alfredo seguirá lastrado por mucho tiempo. «Cómo vamos a hacer partido si no tenemos proyecto de país», ha dicho Felipe.

La mirada se vuelve de nuevo hacia Andalucía. Comprobado queda el porqué Susana Díaz no quiso jugar esta partida. Astuta ella, bien sabía del «pasotismo» de la militancia y que las cosas no iban a ser un jolgorio. Apoyó a Pedro Sánchez pero no le ha perdonado a Rubalcaba este proceso, amañado y enfangado. «No debió conspirar tan claramente por Madina», dicen dirigentes del PSOE andaluz. Los únicos que triunfan en los sondeos y detentan poder. Los tres aspirantes proclamaron su apuesta por las primarias, pero Díaz ya se ha apresurado a matizar:«Habrá que verlo». Y en medio de este chusco proceso, alguien en Ferraz soltó la pregunta: «Pero, de verdad, ¿se ha ido Alfredo?». La respuesta, de Despeñaperros abajo. En todo caso, su último veneno, ya es historia.