Paloma Pedrero

Ellos ganan

La Razón
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Leo por ahí que las mujeres casadas trabajan para sus maridos no sé cuántas horas extras. Yo, que he tenido dos, doy fe. Y los míos no eran demasiado exigentes, hombres de la cultura, también denominados machistas críticos. Pero, aun así, el casamiento para nosotras hoy, que además trabajamos fuera de casa como chinas, no resulta muy conveniente: más tarea doméstica y con horarios precisos. Más humanos a cuidar. Más mentes y cuerpos a satisfacer. ¿Para qué necesitan las féminas a los varones en el presente? Porque la cultura universal considera que una mujer sin hombre es una mujer fracasada. Y eso lo llevamos metido en el tuétano, como ellos llevan que una esposa ha de contentarles y saciarlos sexualmente cuando lo demandan (otra tarea matrimonial). Las hembras han de estar protegidas por los robustos de la tribu. Una mujer joven es además objeto de deseo y puede ser violentada físicamente. Cuánto miedo no pasaremos algunas noches caminando por las calles solas. Una pareja es compañía hasta casa. Y todo funciona así porque este mundo está diseñado a imagen y semejanza del género masculino. Hasta la fuerza con la que hay que abrir botes de conservas está probada en sus manos. Y mientras exista esa desigualdad de oportunidades, de sueldos, de equilibrio, un marido será para muchas un apoyo necesario. Cuando el mundo sea verdaderamente paritario, podremos juntarnos para hacer familia incluso bajo el mismo techo; será un acto de libertad. Hoy es muchas veces necesidad y presión social. Una condición en la que ellos siguen ganando.