Rosetta Forner

En busca de un milagro

Ojalá que algún día, no muy lejano, un ángel se apiade de la familia de Marta y les revele en sueños dónde se halla aquel cuerpo que un día su hija habitó. Comprendo la búsqueda persistente y tenaz de unos padres que no pudieron decirle adiós a su hija y que desearían despedir sus huesos, memoria de una vida que quiso pero no pudo ser porque alguien, cuya crueldad era –y es– inmensa e inacabable, le arrebató la vida. Empero, no contento con ello les ha sustraído a sus padres el descanso de haber podido darle sepultura. Comprendo que le hagan un «test de la verdad». No obstante, alguien que ha demostrado tener semejante resistencia al dolor ajeno, dudo mucho que algún día confiese dónde dejó olvidado el olvido de su crimen. Si yo formase parte del equipo, analizaría el discurso del asesino, trataría de buscar patrones verbales o de conducta que me diesen una pista. ¿Por qué? Soy experta en PNL (Programación Neuro Lingüística), y aprendí que existen pautas y patrones que delatan lo que hay en nuestro inconsciente. Obviamente parto del supuesto de que el inconsciente de Carcaño quiere «cantar la Traviata», esto es, no puedo creerme que no le haya patinado al menos una vez, tan sólo una, aunque haya sido un nanosegundo, la conciencia original que tenía cuando aún era humano. Estoy convencida de que tienen que haber cabos sueltos en su discurso, o alguna pista en su actitud que convenientemente tirado del hilo o interpretado pueda llevar a concluir dónde la abandonaron. Obviamente, puede que a un experto en psicópatas se le antoje demasiado «naïf» mi postura. Sin embargo, en gente normal (la media), la PNL, combinada con Hipnosis Ericksoniana, puede ser de gran utilidad para interpretar los metamensajes y los metaprogramas del inconsciente. Quizá no aparezca la información en una sola sesión, pero en varias debería hacerlo. Tiene que haber una manera de derribar las murallas de su no-conciencia. Cuento todo esto porque deseo fervientemente que ocurra un milagro. Tanto los padres como Marta, que no pudo tener un futuro como mujer, se merecen poder abrazarse a la memoria del alma. Ojalá encuentren un milagro.