Podemos

Escupir hacia arriba

La Razón
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Algo pasa en Podemos y no lo quieren ver sus dirigentes. La batalla interna por Madrid no es una más, en ella se juegan el control político del partido el Sr. Pablo Iglesias y el Sr. Íñigo Errejón y parecen estar dispuestos a todo para ganarla.

El último episodio ha tenido como protagonista al Sr. Ramón Espinar. Las informaciones aparecidas en las últimas horas no solo le sitúan en una posición política difícil en el conflicto de Madrid, sino que generan un agujero considerable en las expectativas del Sr. Iglesias que daba por zanjada la batalla madrileña.

El relato que se intenta construir desde el sector próximo al Sr. Iglesias es que es una operación externa con vocación de influencia interna en sus primarias. Sin embargo, son muchas las contradicciones que empañan a la organización podemita.

En primer lugar, el distinto rasero y la piel fina que exhiben cuando son objeto de crítica. En unas declaraciones realizadas en los últimos días, el diputado y senador afirmaba que se sentía “golpeado” por las informaciones publicadas. Parece que hayan pasado siglos desde aquel tuit en el que reprendía a una periodista y le indicaba que hay que ser como “los árbitros: si se es duro, para todos. No vale quejarse”. Pues bien, ha llegado el momento de no quejarse.

Pero la mayor contradicción es la práctica que ellos mismos han tachado como “vieja política” y ha ocupado su agenda. Nunca un medio de comunicación actúa sin la inestimable colaboración de algunos miembros de un partido, se trata de las famosas coaliciones negativas.

El Sr. Iglesias cree que sin batalla interna en Podemos seguramente no hubiera surgido esta información, pero eso nos lleva a realizar una reflexión. Si se trata de un asunto de corrupción o éticamente reprochable, y Podemos no actúa contra el Sr. Espinar, significaría que la formación morada estaría absolutamente desacreditada.

Sin embargo, si como defienden algunos dirigentes, se trata de un ataque que tiene como objetivo la erosión política del Sr. Espinar, resulta que en Podemos está instalada la denostada vieja política, en la que se utilizan medios de comunicación para despejar de adversarios políticos y entonces, Podemos tendría otro problema, que es más de lo mismo pero peor.

Lo que va a ocurrir, sin duda, es que el Sr. Espinar recibirá duras respuestas cuando ataque a otros grupos políticos con la virulencia de que se ha hecho acreedor. Las balas de bazooka que ha disparado a diestro y siniestro se han vuelto contra él, es lo que ocurre cuando escupes hacia arriba, que te cae encima.

Y ahí se pone de manifiesto otra contradicción de Podemos, intentar proyectar una imagen de lo que no son. El propio Sr. Espinar intentó ocultar a los ciudadanos sus ingresos presentando un año después la misma declaración que registró en el Senado en el verano de 2015. Es decir, quería hacer creer que seguía ganando lo mismo que antes de ser político profesional. Debe ser que para un miembro de Podemos queda mejor decir que ha ganado 1.641 euros como teleoperador que casi 60.000 en un año como parlamentario, dada su condición de “anti-casta”.

Más allá de la anécdota, el fondo que trasluce es que el “partido emergente” de la izquierda, que nació como movimiento para regenerar la vida política española y echar a los de arriba para que lleguen los de abajo, resulta que ni son los de abajo, han nacido con los peores vicios que hay en política y además han demostrado que no saben cómo hay que hacer para cambiar a mejor la vida de la mayoría.