José María Marco
Experimentos nacionalistas
Se ha comparado una posible Cataluña independiente con Argentina. Sin duda, la analogía pone el foco en el proceso de independencia de los territorios de la antigua España americana. Como esos territorios carecían entonces de entidad nacional, en casi todos los casos el proceso de independencia condujo a otro, de creación de las nuevas naciones. Aquello produjo una inestabilidad política que ha durado mucho tiempo. Es probable que Cataluña, de naturaleza nacional muy discutible, conociera una inestabilidad semejante y durante mucho tiempo.
Otro de los problemas de las comunidades políticas surgidas del proceso de independencia fue el contraste entre la retórica de los derechos humanos (con el derecho a la autodeterminación de fondo) y la realidad social. La independencia la hicieron unas minorías que promocionaban sus derechos –legítimos, qué duda cabe– sin tener en cuenta los de los demás, en particular los de las poblaciones que no pertenecían a su mismo estrato social, a su misma cultura, a su misma tradición. La inestabilidad propia del proceso de creación de la nación se ha ido superando con el tiempo. Ésta no tanto. De la marginación a la que las élites criollas sometieron al resto de la población surgen, en buena parte, los movimientos indigenistas. Aquí también es posible la analogía con una supuesta Cataluña independiente, compuesta por una élite transida por un ideal nacional y cultural, y una mayoría ajena, y seguramente excluida de ese mismo proyecto. (A la labor de catalanización realizada por las élites nacionalistas del socialismo español, labor que está muy lejos de haber concluido, le esperan nuevos y apasionantes retos.)
En cualquier caso, todo esto es demasiado sofisticado. Resulta más fácil imaginar lo que sería una Cataluña independiente si se piensa en Grecia. Hubo un tiempo en que algunos nacionalistas catalanes admiraban la austeridad espartana de los israelíes. Ya no es así. El ideal parece haberse mudado más al sur, por los emiratos del Golfo Pérsico. Para nuestros vecinos del norte de Europa, el gusto por el derroche y la incapacidad de autogobierno demostrados por la Generalitat sitúan a Cataluña entre las democracias mediterráneas de escasa calidad. Una vez cumplido el sueño emancipador, a ellos les tocaría sacar adelante una zona que amenazará la estabilidad de la zona euro, con lo que eso significa para las cuentas corrientes de nuestros socios. Es algo injusto, porque la sociedad catalana, sensata y trabajadora, tiene poco que ver con su clase dirigente. Aun así, no habría que despreciar la capacidad de corrupción y de destrucción de esta.
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