Restringido

Formación del espíritu nacional

La Razón
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Hace unas semanas asistí en Barcelona a la presentación del «Grup de Periodistes Pi i Margall», asociación de nuevo cuño que agrupa a un amplio elenco de informadores que trabajan por la convivencia y el diálogo entre catalanes y que además se han posicionado frente al llamado proceso separatista de forma clara y contundente, denunciando la manipulación del discurso del odio que se promueve desde instancias públicas. En el evento coincidí con un señor mayor, tímido y elegante, que me fue presentado por el presidente de la asociación, el valiente periodista e historiador Sergio Fidalgo, como el hijo del asesinado empresario Josep Maria Bultó, al que se le hacía un homenaje por parte de los periodistas.

Josep María Bultó Marquès, fue el presidente de CROS y directivo de la «Asociación de Industriales Textiles Algodoneros», el sector productivo más importante de Cataluña en los años setenta. Asesinado en 1977 mediante el expeditivo sistema de una bomba lapa en el pecho (como al exalcalde de Barcelona, el señor Viola), hoy su memoria ha quedado mancillada por nuestra telebasura nacionalista particular, es decir TV3. Carles Sastre (condenado a 48 años de cárcel por el asesinato de Bultó, pertenencia a banda armada y tenencia de armas) fue entrevistado con lisonja y boato en la televisión catalana, presentado como la «gran reserva del independentismo» y promocionado y loado como líder de un sindicato separatista, que además comparte oficinas con la sede oficial de ERC. Catalunya y el País Vasco viven en estos momentos una ingente campaña publicitaria de blanqueamiento de los terroristas, en un nuevo relato que presenta a las víctimas como verdugos y a estos como los líderes de los procesos democráticos, con el sangrante ejemplo del dirigente abertzale Otegi, hoy un hombre de paz para una parte importante de los dirigentes políticos nacionalistas y que ha sido exhibido impunemente en los medios públicos catalanes como un luchador que ha sufrido cárcel por sus ideas.

Recientemente la dirección de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales nombró a David Bassa como jefe de los informativos de TV3; personaje que desprecia e insulta a los partidos, entidades o periodistas que no comparten su idea secesionista de Cataluña, y entre cuyas virtudes destaca su parcialidad para otorgar más tiempo a unas opciones políticas que a otras en los debates públicos, falsifica información a la hora de informar sobre una sentencia judicial, y dirige una asociación de periodistas que se dedica, entre otras cosas, a señalar a los periodistas que no apoyan la secesión de Cataluña, además de director del reportaje audiovisual sobre «Terra Lliure» en los que califica a esta banda terrorista como «independentismo armado». Este es el personaje que a partir de ahora controlará los contenidos políticos y formará el espíritu nacional a los catalanes a través de los medios públicos de comunicación, y que se despacha de esta guisa sobre su concepto de España: «Y lo más revelador de todo es que, dentro de los poderes del Estado, todo el mundo encuentra normal que el constitucionalismo sea franquista. He aquí el drama», sentencia. Efectivamente este es el drama en Cataluña, millones de euros de publicidad en manos de esta «gente». Por cierto, ¿dónde está el Estado?