Julián García Candau
Fue bonito mientras duró
Fue bonito mientras duró. Pasar de las veinte victorias consecutivas en el Calderón era demasiado para los tradicionales sufridores del Atlético (nacido Athletic). Los récords suelen tener un techo, y el marcado por el equipo desde la pasada temporada era para enmarcar y dedicarle orlas y versos de Sabina editados por Chus Visor, ambos dos atléticos firmes en su creencia. Con Simeone se había acabado hasta la maledicente sentencia dictada por Vicente Calderón, según la cual el equipo es «el pupas». El Rubin Kazán vino a devolver el maleficio, a acabar con el récord de victorias consecutivas. Imagino la metáfora con que en América comentarán esta derrota. Cuando al guardameta Abel le marcaron un gol, después de no sé cuántos centenares de minutos sin encajar uno, en Colombia sentenciaron así: «Se pasó de virgen». Es lo que le había ocurrido al equipo de Simeone. Pero el dulce encanto de la afición con el entrenador también se ha roto. La ocurrencia de hacer subir a Asenjo a rematar el último córner fue idea tan errónea que Orbaiz, uno de los tres mosqueteros españoles del Kazán, galopó como los famosos cosacos y marcó el segundo tanto. Remontar en la vuelta será demasiado difícil.
La derrota ante los rusos no debe convertirse en depresión. De peores ha salido. Ya había dado señales de caída en los dos partidos anteriores. En Vallecas lo confirmó. Fue el aviso previo al Kazán.
Posdata. El Levante es más que un ejemplo. Con cuatro euros tiene equipo que ilusiona a una afición que es creciente.
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