Sergio Alonso

González Jurado marca el paso

En la Sanidad, como en todas las parcelas de la vida, hay gente que vuela mientras los demás, simplemente, andan. El presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Enfermería pertenece al primer grupo. Ajeno a todo tipo de mareas y reticente a dejarse arrastrar por ellas, Máximo González Jurado es de los que prefieren marcar el paso antes de que se lo marquen. Y para ello actúa sin alharacas, sin hacer ruido y de forma inteligente. Y, por supuesto, sin dejarse teledirigir por nadie. A diferencia de otros presidentes colegiales, el máximo representante de los enfermeros españoles está siendo cauteloso con los planes de reforma sanitaria, especialmente con el de Madrid. Es posible que no le gusten algunas de las propuestas formuladas, pero entiende, como gran conocedor de la Sanidad, que el sistema se encuentra prácticamente en quiebra y que corre el riesgo de perecer si no se le introducen cambios, aunque sean críticos. Y entiende también que mezclar la política con los intereses profesionales no es conveniente, sobre todo en momentos tan críticos como los actuales. No ha hecho por ello manifiestos, ni ataques interesados a las autoridades sanitarias. No se detiene en batallas porque prefiere ganar guerras. Es lo que hizo con Andalucía y las otras tres autonomías que, en un alarde de confrontación contra el Gobierno del PP, decidieron por su cuenta y riesgo convertir en voluntaria la colegiación que, hasta entonces, era obligatoria. Un ataque en toda regla contra los profesionales sanitarios y contra los pacientes al que supo dar respuesta desde el cabreo, pero también desde la mesura y la frialdad. Fue González Jurado el que convenció a la autoridad central de que llevara ante los jueces el desmán. Y años después, el Tribunal Constitucional le ha dado la razón. El solo ha desmontado de un plumazo una aberración y todos los colegios profesionales han de estarle agradecidos. A más de uno le vendría bien ahora escuchar sus opiniones sobre las reformas.