La situación

Una diplomacia peculiar

«Milei alcanzó el poder a finales de 2023 y Sánchez aún no le ha enviado un mensaje público de felicitación, por pura cortesía»

Hemos llegado a la hora del día en la que se publican estas palabras, sin que el presidente del Gobierno haya adoptado medida alguna a propósito de las declaraciones del ministro Óscar Puente sobre el presidente de Argentina. Se pudo llegar a creer, ingenuamente, que tal cosa ocurriría, pero lo único que ha hecho Moncloa es instar a Puente a comparecer ayer ante los medios no para reconocer la imprudencia de sus palabras, sino para arrepentirse de no haber imaginado su trascendencia.

Este episodio, más allá de las consideraciones que puedan hacerse sobre la educación de su protagonista, es un arquetipo de la política exterior de España en los últimos años. Javier Milei es un personaje muy cuestionable, por lo que hace y por cómo lo hace (aunque no es el único). Pero resulta ser el presidente de un país hermano, como Argentina, porque ha sido elegido por aquellos a quienes corresponde hacerlo, que son los argentinos. Y la responsabilidad de que Milei ganara las elecciones recae sobre los muchos y catastróficos años de gobierno de los amigos peronistas de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.

Milei alcanzó el poder a finales de 2023 y Sánchez aún no le ha enviado un mensaje público de felicitación, por pura cortesía. Esta actitud contrasta con las desmesuradas muestras de afecto hacia el rey de Marruecos, con quien sin duda conviene llevarse bien, pero no mejor que con el presidente de Argentina, con la historia común que compartimos, los cientos de miles de españoles que viven en Argentina y los cientos de miles de argentinos que viven en España.

El contraste es aún mayor si se recuerda que hace un mes, el presidente del Gobierno estrechó afectuosamente la mano –con reverencia incluida– del príncipe heredero de Arabia Saudí, Bin Salman, a quien la comunidad internacional acusa de ser el responsable de que el periodista Jamal Khashoggi fuese capturado, torturado, degollado y, finalmente, descuartizado con una motosierra. Esta vez sí se utilizó una motosierra de verdad, y no la que figuradamente usa Milei para hacer recortes en la economía argentina.

Y ahora toca el estado palestino, por sí y ante sí. Diplomacia peculiar.