Cristina López Schlichting

Guía para las elecciones

La Razón
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Está la cosa endiablada de entender, y es porque en las elecciones catalanas no sirve el esquema derechas/ izquierdas, sino el vector independentistas/ constitucionalistas. Así, la derecha nacionalista puede votar a la Esquerra sin rubor y gente de izquierdas a Junts per Cat sin problemas. Lo mismo ocurre en el otro lado: un mecánico de la Seat dolido por el golpe de estado puede votar PP o Ciudadanos si el socialismo no le parece lo suficientemente rotundo. En realidad, es más fácil entender lo que ocurre si pensamos que las clases medias y altas van a votar secesionismo y los obreros, bloque constitucional. Y que el PSC confía en rascar votos catalanistas no independentistas confiados en su supuesto centrismo.

Para navegar en este lío conviene atender a unas cuantas reglas. Primera, atención al partido ganador. Aunque no tenga efecto de gobierno, si Arrimadas gana, el varapalo moral al independentismo será importante. Recordemos que se disputa el triunfo con ERC. Segunda, lo mismo ocurrirá si el bloque constitucionalista gana un solo voto más que el independentista; aunque los nacionalistas saquen más escaños (porque los de Lérida y Gerona requieren menos votos) eso no empañaría un triunfo en votantes. En esta hipótesis, bastaría la abstención de los Comunes/Podem para que pudiese gobernar la coalición PSC-Ciudadanos-PP, aunque la exigencia fuese la presidencia de Iceta. Para quien considera improbable esta hipótesis, piénsese en el influjo que tendría el apoyo de los de Pablo Iglesias a los de Sánchez para futuros acuerdos en Madrid.

Si los resultados de Esquerra y Junts per Catalunya igualan el actual peso (62 escaños) del antiguo Junts pel Sí, cabría pensar también en el apoyo de Podemos al bloque independentista. En esta hipótesis, al menos la CUP no llegaría al Govern, lo que podría alejar el peligro de rupturas secesionistas.

Finalmente, las declaraciones de ayer de Monedero han reforzado la posibilidad de que pudiese configurarse de nuevo un tripartito de izquierdas con ERC, Podemos y PSC. La última encuesta andorrana permite por ejemplo esta combinación. Yo no la desprecio. No sólo porque Monedero es un gurú con peso, sino porque, de nuevo, abre en el horizonte la posibilidad de un ejecutivo así para toda España, pivotando sobre un acuerdo entre Pablo Iglesias, Sánchez y los partidos periféricos apoyando.

Ocurra lo que ocurra hoy, todo apunta a que el resultado será tan complejo que harán falta días y hasta semanas para ver qué gobierno se puede sacar de las urnas catalanas. Si es que se puede sacar alguno y no hay que repetir elecciones. Esperar no es problema en democracia, pero en Cataluña están las cosas tan crispadas que no resulta fácil. En particular porque las funciones del Ejecutivo las lleva Rajoy y los dirigentes están en la cárcel o el exilio.

Los dos grandes bloques llevan semanas de encuestas peleándose por la mayoría de 68 escaños. Y no excluyan alguna sorpresa, porque en Cataluña responder a los encuestadores con transparencia no es nada habitual. Se corren demasiados riesgos si hay moros en la costa.