Iñaki Zaragüeta
Huele a impunidad
Es evidente que los Pujol son los primeros y mayores favorecidos de la actual legislación. Por la Ley y por sabe Dios cuántas circunstancias más. Lo cierto es que ahí están, en la calle, con tiempo para todo. Será legal, pero incomprensible para el ciudadano normal que no sea independentista o al menos nacionalista catalán.
No recuerdo bien a quién se lo preguntó Alfonso Ussía, ni si se lo impidió ese rincón para el pudor que, aunque escondido, posee: ¿por qué ninguno de los miembros del clan familiar de Jordi Pujol ha entrado en la cárcel cuando otros muchos –Luis Bárcenas, Francisco Correa, Pablo Crespo y Miguel Blesa– han conocido lo que es estar preventivamente entre rejas?
En cualquier caso, fue nada más y nada menos que el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, quien contestó a otra pregunta de Javier González Ferrari, en un acto de LA RAZÓN, con una frase que los legisladores españoles deberían tener presente: «La Ley de Enjuiciamiento Criminal está pensada para el “robagallinas”, no para el gran defraudador, lo cual supone una gran traba para la lucha contra la corrupción».
Compras de saldo incomprensibles, enriquecimiento hasta límites injustificables para cualquier ser humano, acusaciones de bolsas de billetes de 500 tan perseguidos para otros que ni los olemos, fincas, hoteles, cuentas por doquier...
Ahora, como ayer publicaba este periódico, el benjamín de la familia, Oleguer Pujol, realizó transacciones mercantiles tan ventajosas como inexplicables, según la UDEF. Da igual. Impasibles ante el juez, el Parlament y el mundo. Así es la vida.
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