Política

75 cumpleaños de la Reina

Intachable y cercana

Intachable y cercana
Intachable y cercanalarazon

A veces, la imagen de Doña Sofía me resulta más maternal que regia. No es que no la vea como una Reina, que lo es y de las que pasarán a la historia por su buen hacer, sino que siempre la he sentido especialmente cercana. Tal vez tenga algo que ver cierto paralelismo en la historia personal. Doña Sofía, casi de la misma edad que mi propia madre, compartía en los meses previos a mi nacimiento y al de la infanta Elena el mismo ginecólogo, el Dr. Mendizábal, que nos traería a ambas al mundo en el mismo hospital, Nuestra Señora del Loreto, con apenas seis meses de diferencia. La Familia Real ha sido parte consustancial de mi vida y de mis recuerdos. Los príncipes de mi niñez y sus hijos eran la viva imagen de la sencillez más rotunda. En casa los mirábamos como si estuvieran al otro lado del espejo, porque también éramos dos chicas y un chico y compartíamos ese cabello rubio entonces más internacional que ahora. Entre mis remembranzas están las de cuando los Príncipes se convirtieron en Reyes, así como incontables imágenes del Príncipe de Asturias y de las Infantas durante su infancia y adolescencia. Esa percepción de cercanía no cambió cuando accedieron a la Corona. El Rey mantuvo la simpatía que siempre le ha caracterizado y la Reina, la corrección y la discreción más rotundas. Nunca he visto un gesto fuera de sitio de la Reina. Ni me ha parecido que llevara la falda demasiado corta o demasiado larga, o un color, collar u otro tipo de accesorio fuera de lugar. Si hubiera que recriminarle algo, sería sus pocas ganas de llamar la atención y de convertirse en otra cosa que no fuera el apoyo del Rey y de sus hijos, así como la dedicación total a un pueblo del que se sintió partícipe inmediatamente. Solidaria, amante de los animales, siempre con el gesto y la palabra adecuados para ofrecer consuelo a las víctimas de atentados o desgracias, la Reina ha sido, sin duda, el mejor bastión del Rey. En los momentos más delicados de su casa, no ha dejado de ser Reina, pero tampoco de ser madre, de ser humana, de mostrar gestos de preocupación e incluso lágrimas. Preparada, culta, políglota, formada para ser una Reina impecable, aunque no la dejaran ir a la universidad, ha conseguido que ni monárquicos ni no monárquicos le dediquen una sola crítica en sus 75 años de vida. Ella es perfecta, intachable, el sostén moral de sus hijas en sus buenos y malos momentos, el puntal de los Príncipes de Asturias en cualquier situación y la base de la solidez de una familia que defiende sin palabras. Consciente de sus obligaciones, sólo se permite el capricho de la música, el de no aparecer en una corrida de toros y el de visitar los países más pobres de la Tierra, para ayudar y aprender. Aunque pese a nacer princesa, siempre prefirió ver lo que hay en el mundo, antes de aislarse en palacio, acepta que su libertad es limitada y no añora otra vida diferente. Sabe que no puede salir a la calle sola, pero tampoco le hace falta. Ella es libre a su manera. Tal vez a través de su envidiable naturalidad. Patrón y referente de tantas mujeres, Doña Sofía ha llegado a los 75 años con una espléndida dignidad física. Sin retoques visibles, pero suficientemente cuidada, su imagen es la de una mujer de su edad, atractiva y elegante a la que muchas mujeres con rango y sin él querrían emular. No es raro, teniendo en cuenta que hasta su más famoso biógrafo, José Luis de Vilallonga, dijo de ella que era «una profesional». Y lo es, como Reina, como madre y como ser humano fiel a sus convicciones. Ni a una reina ni a una persona se le puede pedir nada más. Felicidades Majestad.