Martín Prieto

Juego de primates

La Razón
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Durante años tuve enchinchetado en la pared, tras la silla de despacho, un gran cartel, regalo londinense de un amigo escéptico, con un simio tecleando una vieja máquina de escribir y la siguiente leyenda: «Si colocas un determinado número de simios ante un determinado número de máquinas de escribir, antes o después aparecerá un Shakespeare». Darwin no incluyó este inquietante supuesto en «El origen de las especies», pero eso no presupone que no se pueda producir lo que no ha sido demostrado empíricamente, como acaba de confirmar Einstein escuchando con un siglo de anticipación las pequeñas vibraciones del Universo. Tras un cierre de periódico el cartelón me lo robó algún periodista al que perdono el hurto dada su presumible apreciación de la ironía inglesa. No parece que la ciudadanía esté muy preocupada por la largueza de estas negociaciones, a la postre teatrillo entre ellos, e iría mansueta a otras elecciones que diputados ignaros califican de segunda vuelta o «ballotage». A la postre la ácida Prensa estadounidense estableció con Truman que cualquiera puede ser Presidente de Estados Unidos, y con Eisenhower que los Estados Unidos podían vivir sin Presidente. Metafísicamente estamos sumando los dos supuestos y a Rajoy quieren hacerle «pato cojo» (y peores cosas) mientras Sánchez está haciendo una segunda campaña electoral con la pose, además, de Presidente «in pectore». Don Pedro se reúne con todo lo que se mueve, hasta con los ecologistas y otras iniciativas sociales que no tienen vela en su investidura. Se han echado tantas cuentas sobre cuántos escaños favorables y cuántas abstenciones precisa Sánchez para ser Presidente que esto ya es el azar y la necesidad de Jacques Monod y la teoría de los primates jugando con un ábaco. Alguno acabará acertando y obteniendo el plátano. Desde las izquierdas se oye «cambio» y «regeneración». El cambio fue el paso de la dictadura a la democracia, y de regeneración llevamos hablando desde Joaquín Costa y somos como esas viejas camisas tan relavadas que han perdido la textura y el color original. Este es el juego de tronos que tanto place a Iglesias y cuyo único sentido es el Poder. Las crisis financieras como la del 2008 que vamos remontando tienen remezones, y economistas de fuste pronostican otra réplica, que ya empieza a sentirse y de la que estos jóvenes caudillos estimarán que Dios proveerá. Las evoluciones de los homínidos son simpáticas, pero si aparece uno con una hoja de afeitar no es momento de análisis políticos.