Restringido

La estrella del debate

La Razón
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Es joven, lista, menuda de estatura, castellana, suelta de palabra, de cara agradable, abogada del Estado, casada y madre de un hijo. En la calle cae bien. Lo mismo monta en globo que baila en televisión. Es amiga del riesgo, pero sin perder la cabeza. Dicen que a esta mujer menuda -o ¡menuda mujer!- le cabe el Estado en la cabeza, como a Fraga en sus mejores tiempos. Anoche lo demostró en el debate televisado con los tres tenores de la «nueva política». Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno, ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno, fue claramente la estrella de la reunión, la que más interés despertó entre la gente, la novedad, la que se sabía mejor el examen. En ningún momento perdió los papeles. Confirmó enseguida que es una «todoterreno». Nadie en su sano juicio podría decir, oyéndola, que representaba a la vieja política. En esto jugaba con ventaja.

Era de la misma generación que sus interlocutores, sabía más que ellos de casi todo y ofrecía un sólido perfil institucional. A la «número dos» no le roza siquiera la sombra de la corrupción de los años oscuros de su partido. Por ahí era también inexpugnable. Y anoche su papel no se redujo, desde luego, a ser el escudo de Rajoy, contra el que arremetieron sus interlocutores, aunque también en esto actuó con lealtad, elegancia y eficacia.

Hay una notable confusión. Estas no son elecciones presidenciales, aunque lo parezcan. Son legislativas. Además, en esta ocasión, ante la alta probabilidad de que, a partir del próximo día 21 de diciembre, haya que sentarse para establecer pactos de gobierno, tan candidata a presidir el próximo ejecutivo, es Soraya Sáenz de Santamaría como Rivera, Sánchez o Iglesias. O más. De ahí la torpeza clamorosa de excluirla del anterior debate con formato similar, aunque con atril. Ignoro qué fundamento tiene lo de la «Operación Menina» que ha pregonado el líder de Podemos, seguramente con ganas de molestar, pero me parece que, aunque eso no esté hoy sobre la mesa, no parece una hipótesis completamente descabellada.

Si Mariano Rajoy tuviera que echarse a un lado para que su partido siguiera gobernando con el apoyo de Ciudadanos, lo haría. Y en ese caso, la «menina» Soraya Sáenz de Santamaría, que ya comparte con él las banderolas que ondean en las farolas de Madrid, bien podría ser la sucesora. Aunque no esté dispuesta a recoger, según ha dicho, las colillas de la calle.¿Presentación en sociedad? Puede ser.