Alfonso Merlos

La melé y la justicia

No, señores, no. La aplicación de la ley contra los corruptos no puede convertirse en una melé, en la clásica jugada de rugby en la que los jugadores se amontonan en dos bloques y se fajan hasta conseguir la posesión del balón. La lucha y el amontonamiento de cosas y personas. No. La justicia debe ser cualquier cosa menos eso. Y a tal fin no pueden sino contribuir jueces y fiscales, y el conjunto del aparato del Estado de Derecho.

¿Qué tendrá que ver la situación que se ha generado con la entrada en la cárcel de la tonadillera Pantoja o con la propiciada tras la obtención de beneficios penitenciarios por el político Matas? Ya sabemos que los coletudos que arropan al antisistema Iglesias pretenden desatar la ira ciudadana y llevar al país a la conclusión de que hay una situación de absoluta impunidad y generalizada comisión de horribles delitos. Pero ésa es una falsedad rotunda. Y es un planteamiento demagógico, peligroso.

Los tribunales, con su lentitud y sus limitaciones, con sus errores y actuaciones manifiestamente mejorables dan sus pasos. En la autonomía de cada caso, sin dejarse arrastrar por la presión social del momento, aunque atendiéndola. De forma episódica. Y exactamente ante esto estamos.

Lo decisivo en este momento de cierta convulsión, de encabronamiento popular, de ansia de la calle ante la respuesta del país a quienes lo han esquilmado es, como siempre, garantizar la seguridad del procedimiento penal. El tiempo dirá si en una nueva fase de la Púnica caerán nuevos empresarios y funcionarios públicos y servidores del interés general que en realidad lo son de su bolsillo. Diligencia y urgencia, toda. Alboroto, venganza, escarmiento, mejor lo dejamos para regímenes de otra naturaleza.