César Vidal
La muerte de Nisman
El 18 de julio de 1994, en Buenos Aires, un atentado escalofriante segó la vida de ochenta y cinco personas y ocasionó trescientos heridos. El objetivo fue la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina. Dos años antes, otro atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires se había saldado con 29 víctimas mortales. De manera inquietante, las investigaciones sobre el terrible atentado contra la AMIA estuvieron prácticamente en dique seco hasta 2004 en que Néstor Kirchner decidió impulsar la causa de manera directa. En 2006, los fiscales Nisman y Martínez Burgos acusaron formalmente del atentado al gobierno de la república islámica de Irán que lo habría perpetrado a través de Hizballah. La causa habría sido la decisión de Argentina de suspender un acuerdo de transferencia de tecnología nuclear a Irán. El resultado fue que la judicatura emitió una orden de busca y captura de siete funcionarios iraníes y un operativo libanés de Hizbulá como responsables de la matanza. En 2007, Interpol confirmó las conclusiones de la justicia argentina y ordenó la detención de los iraníes. La respuesta de Irán fue exigir la detención del juez y el fiscal argentinos ocupados del caso. Ese mismo año, Kirchner denunció ante la ONU la falta de cooperación de Irán. Sin embargo, la situación iba a cambiar radicalmente a medida que empeoraba la situación económica de Argentina. En 2013, Ahmadineyah y Cristina Fernández de Kirchner llegaron a un acuerdo para que la investigación del atentado fuera conjunta argentino-iraní. Ese mismo año, dos de los acusados fueron anunciados como candidatos a las elecciones presidenciales de la república islámica de Irán. Pero el fiscal Nisman no estaba dispuesto a arrojar la toalla. También en 2013 publicó un voluminoso memorial en el que demostraba que el atentado de la AMIA no era sino la punta de un iceberg de la subversión de Irán en Hispanoamérica. Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile y Colombia eran sólo algunas de las naciones ya infiltradas por los agentes iraníes. Pero todo tembló cuando el fiscal Nisman anunció que Cristina Fernández de Kirchner había llegado a un acuerdo secreto con la dictadura iraní en el que, junto con el intercambio de petróleo iraní por carne y granos argentinos, se pactaba que los iraníes no serían perseguidos por el atentado de la MIA. El lunes 19 de enero, Nisman debía haber comparecido ante el Congreso para presentar las pruebas. Horas antes apareció muerto en su casa. Cuesta no ver tras el hecho la larga mano del terrorismo.
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