Alfonso Ussía

La rana muda

La Razón
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La izquierda vengativa y fétida no ha permitido que descienda la temperatura de su odiómetro. Con ayuda del PSOE y sin haber ganado en ninguna de las ciudades que gobierna, se ha lanzado a la grosería institucional y el desbarajuste. Para ello han contado con la inestimable ayuda del amplio sector conservador y liberal de la sociedad española, que opone una resistencia ridícula, y que amparado en su egoísmo de siempre considera arriesgado dar la cara ante los desmanes de la venganza. La izquierda es un ardiente río de lava que arrasa por donde fluye, y la derecha una rana muda, que abre la boca con espanto, no tiene fuerzas para croar y cuando advierte el peligro salta al agua y se esconde en el fondo.

Ya ha dicho el Gobierno que no tiene previsto aplicar el artículo 155 de la Constitución en el caso de que Cataluña proclame su independencia unilateral. ¿Para qué sirve, entonces, el intocable artículo que contempla la facultad del Gobierno de España de suspender temporalmente los poderes autonómicos? La izquierda, cuando ha sido necesario, se ha comportado con más decisión y valentía que la derecha. Ahí está la fotografía del presidente de la Generalidad y sus consejeros tras las rejas después de haber proclamado en la Segunda República, la República Independiente de Cataluña. Pero en la actualidad, los complejos y la inacción marcan el derrumbamiento de un partido político que ha llegado a representar a más de doce millones de españoles. Está bien el desprecio a las imposibilidades políticas. Pero el proceso catalán no se detiene con palabras. Los separatistas trabajan y contemplan todas las opciones, en tanto que el Gobierno aún confía en el respeto a la leyes por parte de quienes se pasan las leyes por donde se les antoja. Una semana más tarde de la grosera presencia «en son de paz» de Mas ante el Rey, el presidente catalán anuncia que ya está a punto la Hacienda propia de Cataluña. «El Gobierno no está alarmado. Lo mejor para todos es que se cumpla la ley. No aplicaremos el artículo 155 de la Constitución».

¿Qué hace falta para que lo apliquen? ¿Se puede admitir que en una zona de España gobiernen unos traidores que no tienen necesidad alguna de esconderse? El Gobierno de la Generalidad incumple todos los días, y en muchas ocasiones, las leyes, pero los jueces también han adoptado la forma y el comportamiento de las ranas. El Fiscal se ha sumado al juego batracio. El Gobierno es una inconmensurable rana compartida. Y mientras, sin tapujos ni prudencias, los separatistas provocan y preparan su independencia, el Gobierno no baraja suspender la autonomía de Cataluña para no molestar al personal separatista. Lo hará cuando suspender la autonomía será una estupidez porque la independencia ya se habrá proclamado. Unos trabajan cada día y otros lo dejan todo para mañana. Esa es la diferencia.

En Zaragoza, a pesar de perder contundentemente la votación, el Ayuntamiento borrará el nombre del Rey de su pabellón de Deportes, que llevará el nombre de un entrenador de baloncesto. Como si en Madrid, con todos mis respetos a los entrenadores de baloncesto, al Palacio Real le cambian su denominación por la de Palacio Pablo Laso. En Cádiz arrestan al Rey y lo llevan al sótano municipal y preside el despacho del Ayuntamiento el retrato de un anarquista. En Valencia se han quitado todas las señales indicativas de tráfico escritas en español. En Madrid, el PSOE, con Carmona como referencia, padece una colerina, un correntío, una gastroenteritis que permite a Rita Maestre gobernar en solitario. En el Ayuntamiento de Barcelona, el Rey que más ha hecho por Cataluña en los últimos siglos, ha sido encajonado en un recipiente de cartón y castigado al sótano. Las provocaciones se suceden, y los españoles que aman a España, que respetan su Constitución y dicen defender sus símbolos afligidos, asisten pasmados al concierto mudo de las bocas abiertas de las ranas.

Desde la Ley y su estricto cumplimiento se puede defender a España sin caer en la violencia que otros practican ni en la grosería común de los resentidos advenedizos. Siempre, claro, que el Gobierno actúe, la Fiscalía reaccione y los jueces se dejen de artimañas y decidan hacer cumplir la Ley. Cuando una manada de búfalos está a punto de pasar por encima de una casa, el propietario de la misma no conseguirá detenerla si huye despavorido. Se encontrará su casa derribada, asaltada y planchada. Y no queremos una España dividida, derribada y planchada.

Empezamos a estar millones de españoles hasta los cojones con la situación, el odio y la inacción.