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Pleno sobre la corrupción
Hace tiempo ya que en el Congreso de los Diputados, cuadrilátero donde los políticos se miden a base de golpes, impera, por encima de cualquier Reglamento, una ley: la del Talión. Ojo por ojo. Fue en la campaña de las generales de 2023 cuando Pedro Sánchez habló por primera vez de un tal Marcial Dorado, narcotraficante con el que Alberto Núñez Feijóo se fotografió a mitad de los noventa subido en un yate.
Desde entonces, aquella imagen es un comodín que el presidente del Gobierno se saca de la manga casi siempre en los debates con su rival. Ayer mismo, en el pleno extraordinario que se celebró en la Cámara Baja y que tenía por objeto la corrupción de José Luis Ábalos y Santos Cerdán, los últimos hombres fuertes del PSOE y la Moncloa, le dijo: «El único que tuvo una relación estrecha con un delincuente condenado fue usted».
El enésimo golpe bajo. Pero esta vez, el líder de la oposición, se negó a poner la otra mejilla. A lo María Jiménez, pegó un zapatazo en la moqueta del Hemiciclo y entonó un particular «se acabó». No habrá «más piedad con este señor», zanjan en su equipo.
Feijóo contraatacó con un uppercut, que se dice en la jerga del boxeo. Fue a degüello. Como nunca antes. «Ha tenido usted el cuajo de compararse conmigo. ¿Pero con quién está viviendo usted? ¿Pero de qué prostíbulos ha vivido usted? ¿Quiere usted ilegalizar su biografía? Allá usted».
Fuentes oficiales del PP confirman que se refería a «las saunas» para homosexuales que, supuestamente, regentó el suegro del presidente, que según Génova fue quien pagó la vivienda de Somosaguas en la que residió el matrimonio Sánchez-Gómez hasta la moción de censura contra Mariano Rajoy. «Partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución. Y ahora usted quiere ilegalizar la prostitución», disparó.
La bala de los «prostíbulos» de Sabiniano Gómez, el padre político de Sánchez, llevaba tiempo en un cajón de la mesa de Feijóo, que se resistía a introducirla en el revólver. Hasta ayer, que sacó toda la artillería, con repaso cronológico de todos los escándalos incluido: «El que escogió al número dos que está en prisión es usted, el que escogió para el Ministerio que más adjudica al otro número dos imputado es usted, el que aceptó un koldogobierno es usted, el que nombró al fiscal general del Estado imputado es usted, el marido es usted, el hermano del hermano es usted, el que mantuvo y tapó a un supuesto acosador de mujeres es usted».
Por momentos, pareció aquello un debate de la Cámara de los Comunes, donde los políticos británicos se las gastan a puro grito. Las dos intervenciones de Feijóo causaron furor entre los feligreses de su parroquia. Aunque fue la mención al suegro de Sánchez la que desató el entusiasmo.
«Lo ha destrozado», decían después los diputados de la bancada popular. Hasta en varias ocasiones, como un resorte, todos ellos se pusieron en pie a aclamar a su jefe de filas, que acabó la dúplica entre cánticos de «presidente, presidente, presidente».
Impulsado por el reciente XXI congreso nacional de su formación, del que salió en volandas, el jefe de la oposición exhibió su versión más combativa. Con sus intervenciones, aseguran sus colaboradores, logró ocupar el espacio del líder de Vox, Santiago Abascal, en el frente «antisanchista». Objetivo conseguido, consideran los gerifaltes populares, que buscan «ensanchar» la base electoral con votantes de izquierda y derecha.
También se dirigió Feijóo a los socios del mal llamado bloque progresista. «¿Todo esto no es suficiente? ¿Es correcto esto? ¿No van a mover un dedo?», les preguntó. Consciente de que no serán ellos los que fuercen la caída de Sánchez, optó por una estrategia que consiste en «socializar el desgaste». Así instó a PNV, Junts, ERC a «dejarse de milongas, porque esto no va de Sánchez o la ultraderecha». El dilema, dijo, «no es otro que Sánchez o la decencia». Lo que está en juego, añadió, «no es una purga ideológica, sino que es una purga moral».
Para el PP, la situación de Sánchez es «trágica». Ayer, nada más tomar la palabra, el líder popular se acordó de las carcajadas del presidente en su investidura fallida, en 2023. «Ya se ríe menos». Si la corrupción «es el origen de todo», en la dirección popular, a estas alturas, creen que también será final. «Cómo va a sacarnos usted de esta pesadilla, si nos metió en ella», sintetizó Feijóo.
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