El desafío independentista
La revolución permanente
La CUP está muy activa este verano. La pasada semana, sus cachorros asaltaron un bus turístico y ayer protagonizaron una manifestación ante el Cuartel de la Guardia Civil en Barcelona, en el que van desfilando todos los implicados en la preparación del referéndum del 1-0. Los independentistas radicales se manifestaron bajo el lema «no nos haréis callar», cuando la Guardia Civil se limita a ejercer de policía judicial. Daría lo mismo que fueran los Mossos, los municipales de Barcelona o la Policía Nacional. La CUP no quiere policía. Le da igual el uniforme. Lo que pretende esta organización antisistema es generar una desestabilización del sistema «propagando la anarquía y viviendo el comunismo». Es lo que la extrema izquierda europea llama «la revolución permanente» «conquistando a la opinión pública, los votos y el poder institucional para forzar los límites del capitalismo parlamentario».
Su forma de actuar no tiene nada de improvisado. Responde a una estrategia muy meditada que sólo tiene un objetivo: poner en jaque al sistema. Se vio en los altercados de Can Víes o en Gracia, en el escrache que sufrió el PP en Barcelona, o el que protagonizaron en diciembre del 2016 ante el Cuartel de la Guardia Civil en Manresa. Ahora, su único objetivo es romper las costuras con el referéndum del 1-O, y para conseguirlo no reparan en presiones en su propio entorno, poniendo entre la espada y la pared a Junts pel Sí, o personalizando en la Guardia Civil al «enemigo español». No en vano, lo más cacareado ayer por los cuperos fue «fuera las fuerzas de ocupación».
La CUP es una organización independentista, sin duda, pero también es una organización antisistema y ahora les viene como anillo al dedo juntar ambos objetivos. Hace dos años, la tensión entre ambos casi le lleva a la ruptura interna. Sin embargo, consiguieron que Mas cayera, debilitando así a Convergència y poniendo a Esquerra en un brete. Ahora se trata de forzar al Estado a que se le vaya la mano y para conseguirlo no dudarán en forzar la situación. Que hubiera contramanifestación fue su éxito porque ya podían señalar a su enemigo. «Nosotros o ellos», ese es su escenario ideal para seguir esgrimiendo la supuesta represión del Estado Español para agitar las aguas turbulentas del 1-0, sembrando la agitación en la calle ante el esperado fracaso de la consulta separatista.
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