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La sinrazón del terror

La sinrazón del terror
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Es imposible entender el ansia criminal de esos tres fanáticos que mataron ayer a 12 personas e hirieron a otras 11 en el brutal asalto contra la sede del semanario satírico francés «Charlie Hebdo». Cuatro de los heridos se debaten entre la vida y la muerte. No hay palabras para calificar la falta de humanidad de esos terroristas. La excusa utilizada son las caricaturas de Mahoma publicadas por la revista y que irritaron a los sectores más radicales del islam. Nos ha dejado sobrecogidos, aunque es lo habitual en Oriente Medio. No estamos ante un suceso aislado, porque los malos musulmanes, unos indeseables que desprecian los derechos humanos y las libertades públicas, se envuelven en la religión para cometer todo tipo de atrocidades.

Lo sucedido no tiene nada que ver con el Islam. Es una obviedad recordarlo, pero hay que insistir en ello para no confundirnos. Estamos ante criminales que desprecian la vida humana. No son más que indeseables de la peor calaña. Es una guerra global, porque Al Qaeda, el Estado Islámico y cualquier otro nombre que utilizan no son más que una expresión de un odio profundo a la democracia y la libertad de expresión. No es posible dialogar con ellos porque quieren la destrucción de sus enemigos. Las democracias afrontan una guerra muy difícil, porque el 11-S consagró un modelo no convencional que es el terrorismo global. Es cierto que siempre ha existido terrorismo, pero desde entonces el cambio es muy profundo. El enemigo no es un Estado o un grupo aislado, sino una estructura supranacional que utiliza el terror para conseguir sus fines. El fracaso en Afganistán, gracias a Obama que prefirió la retirada como haría cualquier comandante en jefe incompetente, muestra las limitaciones de las democracias en esta lucha.

La libertad de expresión no se defiende sólo con palabras, sino que es necesario impedir que los terroristas consigan silenciarlo. El brutal atentado contra «Charlie Hebdo» es una advertencia para que los medios de comunicación nos callemos. Con un enorme desconocimiento algunos han creído que basta el diálogo, pero los terroristas no entienden otra respuesta que la acción contundente que conduzca a su derrota. No bastan buenas palabras, porque están llenos de odio a los que no piensan como ellos. Mientras los crímenes, las persecuciones contra los cristianos o las brutalidades contra las mujeres quedan lejos de nuestras cómodas fronteras de la UE nuestra reacción ha sido distinta. Ahora vuelven a matar en Europa. España ha sido, es y será uno de los blancos. Por ello hay que estar muy prevenidos.