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Las almas del PSC

La Razón
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El PSOE lo fundó Pablo Iglesias en una taberna con Paul Lafargue de fedatario. Con el tiempo, el yerno de Marx, casado con su hija Laura, escribió un memorable «Elogio a la pereza» y se suicidó de consuno con su esposa cuando la vejez enseñó sus achaques. El nacimiento del PSC fue un poco más complicado y antes que un parto múltiple parecía una metástasis políticamente inextricable. En la adolescencia de la Transición (1976) emergió el Partit dels Socialistes de Catalunya-Congrés, amalgama de 13 agrupaciones con aportación de militantes del trostikista Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), comunistas del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) e independentistas a largo plazo de Esquerra Republicana. Notorios figurantes fueron Joan Reventós, Raimón Obiols, Narcís Serra o Pasqual Maragall. Esta pieza del rompecabezas se asoció a la federación catalana del PSOE. Dos años después, cedió a la unidad el Partit dels Socialistas de Catalunya-Reagrupament (los socialdemócratas de Josep Pallach) que venían de una escisión por la derecha del Moviment Socialista de Cataluña, de 1946. Fue breve y premonitoria su colaboración por la hoy destruida y corrupta Convergència Democrática de Catalunya: el pujolismo. Si ahora hay dudas sobre las inclinaciones individuales de la bancada estrictamente PSOE, imagínense por donde pueden debutar los 47 diputados nacionales provenientes de la olla del PSC. Los socialistas catalanes han coqueteado históricamente con la izquierda secesionista confundiendo al PSOE central con catalanismo, nacionalismo, victimismo, federalismo y hasta independentismo light. Tal fue así que notables dirigentes de Ferraz plantearon varias veces encallar las lentejas y abrir en Cataluña la marca original y las casas del pueblo fiando en el voto charnego de toda la vida. Nunca se dio ese paso arriesgado, pero que resaltaría en el logotipo socialista la E de España por temor al imprescindible bloque de diputados catalanes. Hoy, el empático Miquel Iceta, primer secretario del PSC, no solo baila rogando a gritos que Pedro Sánchez nos libre de la peste del PP, sino que danza de perfil negando el referéndum y no haciendo nada por impedirlo. Se lo permite su bonhomía que le llevó recientemente a un programa de telebasura. Cumplió con el bachillerato, pudiendo hacerlo rechazó la Universidad, sólo ha trabajado para el PSC, fue el primer político español en salir del armario, y cuando le preguntan por la vida real responde que la conoce por los afiliados que si poseen fe laboral. Se aduce que los gobiernos españoles no han hecho pedagogía en Cataluña, pero quienes no han dado ni una clase son los socialistas. Principalmente, el PSC, y particularmente, el bueno e inclasificable Iceta.