Tribunales

Las comparaciones son odiosas

La Razón
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En octubre de 2015, la Audiencia Provincial de Jaén dictó sentencia condenando a Andres Bódalo, concejal de Jaén en Común y miembro del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), por agredir el 27 de septiembre de 2012, junto a otras personas, al teniente de alcalde socialista del Ayuntamiento de Jódar, Juan Ibarra. La Audiencia impuso una pena por delito de atentado de un año de prisión a tres de los acusados, y tres años y seis meses a Andrés Bódalo, por el mismo delito con la agravante de reincidencia, porque la Audiencia de Sevilla le había condenado por idéntico delito de atentado en sentencia de junio de 2010, que fue firme en septiembre de 2011, por agredir a un policía nacional.

Además de estos dos delitos, Andres Bódalo acumula otras dos condenas por acciones violentas, una por causar lesiones en una pelea en la presentación de un libro de un diputado de Amaiur y otra más grave, aceptando una pena de dos años de cárcel por daños, amenazas y un delito contra los derechos de los trabajadores, cuando formando parte de un piquete muy violento destrozaron una heladería en Úbeda y amedrentaron a sus propietarios por abrir durante la huelga general del año 2002.

La familia de Andrés Bódalo, compañeros del SAT y el Ayuntamiento de Jódar, entre otros, han solicitado su indulto. La sección segunda de la Audiencia de Jaén, la misma que le condenó, ha informado favorablemente a la concesión de un indulto parcial que redujese a la mitad la pena impuesta. Es habitual y respetable que se pida un indulto, pero no son justificables las declaraciones y las comparaciones que han hecho los dirigentes de Podemos sobre este asunto.

En marzo de 2016, cuando Andrés Bódalo iba a entrar en prisión, Teresa Rodríguez, líder de Podemos en Andalucía, desbarró comparando a Bódalo con Miguel Hernández –genial poeta y dramaturgo, que murió en la cárcel, condenado a muerte por la dictadura franquista–. Las comparaciones son odiosas y algunas además inadmisibles. Añadió Teresa Rodríguez: «Conozco el SAT desde hace 18 años, jamás he visto una acción violenta de ninguno de sus miembros, nunca jamás un mal gesto». Debería oír a la propietaria de la heladería de Úbeda, que estando embarazada de seis meses la sacaron por una ventana, mientras arrasaban a golpes con todo. ¿Ni un mal gesto? Y completó las comparaciones añadiendo: «Nadie entiende que él tenga que ir a prisión, mientras Rita Barberá se pasea por los pasillos y los salones del Senado». En España lo entienden todos los que creen que nadie puede ir a la cárcel sin una condena y después de un proceso con todas las garantías. En Venezuela es distinto.

Pablo Iglesias ha visitado recientemente a Bódalo en la cárcel y también ha hecho comparaciones: «Mientras Rato y Blesa están libres, Bódalo está en la cárcel por hacer sindicalismo», –agredir a la autoridad y reincidir es sindicalismo para el líder de Podemos–. El «pacífico» sindicalista no había ingresado en prisión hasta ahora, a pesar de las penas que se le habían impuesto, alguna incluso de dos años. Y la razón por la que Bódalo está en prisión y Rato y Blesa no, es porque hay una «pequeña» diferencia, un «pequeño» detalle fundamental en un Estado de Derecho: Bódalo está condenado por varias sentencias firmes, Rato y Blesa no tienen ninguna condena por sentencia firme. ¡Ninguna!

Si el presidente del PP, Mariano Rajoy, visitara en la cárcel a un concejal su partido, con varios antecedentes de violencia y condenado por agredir a un concejal socialista, habría programas y ediciones especiales en los medios de comunicación, se pediría no sólo su dimisión, sino su destierro; y los socialistas no estarían tan silenciosos como han estado con la visita de Iglesias al agresor de su compañero. Las comparaciones son odiosas.