Julián Redondo

Las vacas flacas

La Razón
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Los patrocinadores no nacen debajo de las piedras. Hay que organizar expediciones y armarse de argumentos muy atractivos y convincentes para captarlos. Todo por la pasta. En la Federación Española de Fútbol, cuando el campo era orégano, apostaron por larga vida a la Selección y congelaron las negociaciones con los «sponsors» antes del Mundial de Brasil porque era incomprensible una semifinal sin el equipo nacional... cuando se dieron cuenta estaban todos en casa. Algunos de los que ponían el dinero huyeron, otros remolonearon y Villar tuvo que dar la cara para tapar la sangría.

En la Federación Española de Baloncesto los gastos del presidente nacional que escandalizaron a los presidentes regionales han puesto en fuga a un par de importantísimos patrocinadores, Canarias y Danone. Diez millones menos para organizar el Mundial de 2018 y el «Universo Mujer» en trance de desaparición. Martín Caño, tenemos un problema.

El patrocinador no exige resultados extraordinarios, aunque no les hace ascos, sino una imagen amable y límpida que acompañe a su marca en el trayecto hacia el consumidor. Y es precisamente la imagen de Madrid la que en estos instantes valora el Ayuntamiento. Once millones de turistas han visitado el año pasado la capital del reino. El deporte es un atractivo, un gancho más, y no sólo para quienes lo practican en modernas instalaciones. Partidos de ACB, de Liga, de «Champions» y el Máster de Tenis forman parte del atractivo y es precisamente el Máster, uno de los nueve «1.000» que se celebran en todo el mundo, lo que está en discusión. La nueva corporación ya ha renunciado a los palcos, que costaban dos millones de euros, y ahora se plantea decirle al lince de Tiriac que se vaya con el tenis a otra parte, porque la cuota es de cinco millones de euros. El torneo promociona la imagen de la ciudad, eso es un hecho que podría no tener precio... Pero lo tiene: cinco millones que Manuela Carmena se resiste a desembolsar. El rumano se frota las manos.