Cristina López Schlichting
Llanto por Pedro Sánchez
¿Qué espacio le queda al pobre Pedro Sánchez? Por la izquierda moderada, se lo come Albert Rivera; por la radical, Pablo Iglesias. Los votantes del PSOE de toda la vida, hastiados de corrupción e ineficacia económica, buscan caritas naranjas nuevas. Los jóvenes revolucionarios, piden coleta. Una suerte de niebla histórica ha desdibujado su persona y amenaza en las encuestas con convertirlo en estatua de sal. Si Pedro fuese Susana, el gallo cantaría distinto, o la gallina. La andaluza ya ha derrotado electoralmente a Podemos en su tierra. Le criticaron el adelanto electoral, pero ella no quiso dejar crecer a la bestia y cortó las alas de los «moraditos» antes de que saliesen del huevo del todo. Ahora, la izquierda radical forma ya parte del aburrido paisaje institucional andaluz. Y, por su derecha, esta señora, de tremenda vocación política, adelanta a Ciudadanos como adalid de la unidad de España. Andalucía ha hecho Cataluña tal y como es, su sudor emigrante ha contribuido decisivamente a su esplendor económico y cultural, los andaluces no quieren saber nada del independentismo. Están hartos de ser tachados de vagos y constituir la excusa de secesionistas egoístas que quieren quedarse con todo. Desde la rumba catalana hasta el Museo Picasso, todo es andaluz en Cataluña. La consecuencia es que, en el sur, Susana Díaz pasa por más constitucionalista que Rivera y, a la vez, más progre que Podemos, que confunde el culo con las témporas y quiere cargarse las procesiones. No en vano, la dirigente ha desmentido que no piensa seguir a Sánchez en la batalla contra la religión en las escuelas. El Cachorro se queda en su sitio y la Macarena, no digamos. Inmerso en el progresivo anonimato político, el secretario general del PSOE ha emprendido una carrera para desmarcarse, para hacerse visible, y el método es golpear al PP. Sus iniciativas anticlericales, su anuncio de derogar la reforma laboral, su mano tendida al partido de Iglesias (dice que «ha abandonado la retórica populista»... pues no será por el militar Julio Rodríguez y su anuncio de dejar la OTAN...) se sintetizan en las declaraciones de esta semana: «Mi compromiso es no pactar con la derecha». Es otra forma de decir: «Soy de izquierdas, existo, la izquierda verdadera soy yo, Ciudadanos pactará con Rajoy y yo no, yo pactaré con Podemos». Pero tanto salto no le garantiza encestar, Sánchez ha ido decreciendo gradualmente. De economista cuasi liberal y tecnócrata, está pasando a jacobino de clase media y con mujer bellísima, y eso no da el pego. Ataca al Partido Popular, pero su desgracia verdadera es la emboscada mortal que le trazan involuntariamente Albert Rivera y Susana Díaz. Pedro es guapo como el de Ciudadanos y joven como Susana, pero ni es catalán, como aquél, ni andaluz, como ésta. Ni es de una partido nuevo e impoluto, ni mujer. Qué desgracia.