Jesús Fonseca
Lo que quiera en el socialismo
Su abuelo paterno, Emilio, cuando dejó «la colada», de Altos Hornos –porque apenas veía ya–, consiguió un puesto como portero del Cine Mar, de Portugalete. Una suerte para Patxi López, porque eso le permitió esconderse muchas tardes de su infancia en la última fila de aquel cine, viendo pasar la vida ante sus ojos y haciéndose,de paso, con una de las mejores colecciones de láminas de cine de las provincias vascongadas.
La historia se repite: López vuelve a ser dueño de los cromos más codiciados. ¿Quién mejor situado que él para guiar a los camaradas a la tierra prometida? Tiene peso y tiene tirón, por más que algunos, en Ferraz, miren a otra parte cuando escuchan estas cosas. Patxi López se ha metido en el bolsillo a la inmensa mayoría de la militancia socialista. A nadie se le escapa esa habilidad suya para decir «no» cuando hay que decir «no», y «sí» cuando parece que eso es lo razonable. Para algo tan sencillo como dar respuesta a problemas reales. Hace apenas unos días, este socialista que no pudo hacer la primera comunión –pese a que él sí quería– porque sus padres estaban desterrados, decía que «hay momentos en la política en los que la responsabilidad exige dejar a un lado los agravios y apostar por el futuro común». Rubalcaba y López. Como en el bolero, por las cuatro esquinas hablan de los dos... Tal vez valga la pena recordar ahora que fue el propio Rubalcaba quien afirmó, tras la reeelección de López al frente del PSE –el 30 de octubre de 2005, con el 96,7 por ciento de los votos–, que éste sería lo que él quisiera en el socialismo. «Estamos en el umbral de un nuevo tiempo», dijo Patxi López aquella tarde. Dos profecías en un mismo día.
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