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Los errores de Zapatero

La Razón
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El mayor error del presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero fue el de dejarse convencer para que renunciara a ser candidato en las elecciones generales de 2011. No se trataba de un cierre de ciclo natural, ni de una decisión de limitar mandatos gubernamentales, fue el resultado de una estrategia de sustitución en el poder interno que se sirvió del relato construido por los adversarios del Partido Socialista.

Se decidió que si se iba el presidente Rodríguez Zapatero todo el desgaste que había producido la crisis se iría con él. El líder socialista se creyó el argumento y cedió el testigo. El resultado fue terrible para el Partido Socialista y, quizá, el origen de una cadena de errores posteriores.

La gravedad de la decisión fue que el propio PSOE se adhería al mantra de que los ocho años de Gobierno socialista habían sido un desastre y que la situación económica nada tenía que ver con la situación internacional, con la política monetaria del Banco Central Europeo que asfixió la financiación de deuda soberana o con las imposiciones europeas a las que habíamos entrado muy escasos de fuerzas en la moneda única.

Pudo más el miedo a la inflación que la necesidad de crecimiento económico. En cambio, a EE UU le fue mejor con otras políticas económicas, pero eso nunca se quiso defender.

Ni los economistas se ponen de acuerdo sobre lo que debía haberse hecho, si mejor políticas expansivas como hizo la administración Obama o restrictivos y dolorosos recortes como los de Europa. El resultado es que EE UU está en fase de crecimiento, hasta el punto de que la Reserva Federal va a subir los tipos de interés por las buenas previsiones.

El asunto es discutible y encontraremos defensores y detractores de una u otra estrategia económica, pero en el caso español todos coincidieron, propios y ajenos: había que echar al Sr. Zapatero.

El daño que se infligió el PSOE es que una vez que responsabilizó al presidente Zapatero de todos los males, todo lo demás sobraba: los socialistas merecían abandonar el gobierno por muchos años, hasta ellos mismos reconocían su desastre tratando de esconder a sus protagonistas.

Esta línea fue replicada durante los años siguientes por las sucesivas direcciones políticas, cuanto más escondido estuviese el Sr. Rodríguez Zapatero, mejor, quizá conseguirían que los españoles se olvidaran de esa etapa. Sin embargo, esto pudo ser efectivo de cara a ocupar y disponer del poder interno en el PSOE, pero ha sido letal para los intereses electorales del socialismo español.

Esta semana se celebra el décimo aniversario de la Ley de Dependencia, un buen momento para poner en valor la cantidad de avances que supusieron los gobiernos del Sr. Rodríguez Zapatero en materia de derechos y libertades.

Algunos medios de comunicación han hablado estos días de la rehabilitación del presidente Zapatero. Yo no creo que sea necesario rescatar a quien sólo ha sido excluido y erosionado políticamente. De lo que sí ha llegado el momento es de defender los avances de su periodo y de rechazar la asunción de responsabilidad en los asuntos en los que no se han tenido.

Pero lo más importante es que el Partido Socialista debe aprender de todo esto. Por sus errores han crecido partidos emergentes como Podemos. Sin embargo, cada día conocemos algo nuevo que nos hace desconfiar de esa organización. El último grano de duda, que ya va haciendo un buen granero, ha sido el de un dirigente amenazando a otro: «Que cuando todo vuelva al orden stalinista tenga ojito con lo que digo». Sinceramente, no quiero imaginar al Sr. Monedero a cargo del aparato del Estado.